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18 de octubre de 2011

¿Qué nos dicen los bananos sobre la radiación?

La preocupación mundial por la radiación se multiplicó tras ver los daños a la planta nuclear de Fukushima en Japón tras el terremoto y tsunami de clic marzo pasado. Esta semana se detectó otro punto en clic Tokio. Pero, ¿hay manera de traducir las complicadas medidas que usan los científicos para que podamos entender el riesgo?, se pregunta Michael Blastland, de BBC Magazine.

Bananas

Los bananos pueden ayudarnos a entender la radiación.

Qué cosa peculiar, la radiación, ¿no?

Invisible, incomprensible, perjudicial (bombas) y a la vez útil (rayos X) o incluso ambas cosas a la vez (energía nuclear). Y nos ponemos como locos si alguien quiere poner material radiactivo en nuestro patio trasero, aunque sabemos que está en todas partes.

Sería mucho más fácil entender si nuestra exposición a los peligros de la radiación es reducida a algo como los bananos. En realidad, se puede, en cierta medida: bienvenidos a la Dosis Equivalente en Bananos o DEB.

Los bananos son una fuente natural de isótopos radiactivos. Es cierto que no hay muchos en una banano. Pero son suficientes como para que unos cuantos racimos activen los sensores de radiación que hay en los puertos de Estados Unidos para detectar el contrabando de material nuclear, según la Iniciativa contra la Amenaza Nuclear, un centro de estudios sobre seguridad.

La medida estándar de los efectos biológicos de la radiación es el sievert. Un sievert es una dosis gigantesca, pero una décima parte de una millonésima de un sievert -0,1 microsievert- es más o menos la dosis que se ingiere al comer un banano.

Por lo tanto, podemos utilizar un banano como unidad básica y convertir otras exposiciones a la radiación en las correspondientes bananos. Los datos de la tabla vienen de clic aquí (en inglés). No garantizo haberlos revisado.

Bananos y radiación

Número de bananos

Equivalentes a exposiciones de radiación de...

500 millones

Diez minutos junto al núcleo del reactor de Chernóbil tras la explosión y el derrumbe

80 millones

Dosis letal, incluso con tratamiento

20 millones

Envenenamiento por radiación grave, fatal en algunos casos

500.000

Dosis máxima legal anual para un obrero en la industria de la radiación en EE.UU.

70.000

Tomografía computarizada de tórax

40.000

Diez años de dosis normal, el 85% de la cual proviene de fuentes naturales

4.000
Mamografía
1.000

Dosis total aproximada recibida en el Ayuntamiento de Fukushima durante las dos semanas posteriores al accidente

400

Vuelo desde Londres a Nueva York

300

Objetivo previsto de descarga anual de una planta de energía nuclear

200

Radiografía de tórax

50

Radiografía dental

1
Comer una banana
0,5
Dormir con alguien

Pero ¿por qué molestarse en convertir todo esto a bananos? En parte porque es de esperar que los DEB sean más amigables que los sieverts, grays, rads, rems y demás parafernalia.

Aunque no a todos les gustan los DEB, a causa de los problemas que supone medir los cambios en el nivel de exposición a la radiación de un banano a medida que pasa por nuestro cuerpo.

Pero creo los DEB son útiles por varias razones. En primer lugar, nos recuerdan que la radiación es un lugar común. Hay pocas cosas más comunes que un banano.

En segundo lugar, sabemos que comer un banano no nos va a matar. Ni remotamente. No sin violencia extrema. Esto confirma una vieja teoría sobre la toxicidad: el peligro está en la dosis.

Cantidad

En otras palabras, la mayoría de las cosas, incluida la radiación, sólo son peligrosas en grandes cantidades. La distinción entre lo tóxico y lo seguro no es realmente una distinción de grado, sino de cantidad. Esto es válido para casi todo, desde el agua y las vitaminas hasta el arsénico.

En tercer lugar, imagínense comer 20 millones de bananos, el equivalente a una dosis que produciría un envenenamiento por radiación grave, incluso mortal. Probablemente uno se moriría de otra cosa diferente a la radiación antes de terminar de comerselos. No intenten esto en su casa. Incluso durante una vida de 80 años, habría que comer 700 por día.

Por lo tanto, si ponemos toda exposición a la radiación en una escala -la escala del banano- podemos ver claramente cuán grande es la escala. A dosis bajas, los bananos vienen en racimos, y luego ya vienen de a miles de millones, que corresponden a microsieverts, milisieverts y sieverts.

Miden la radiación de un bebé en Fukushima.

Así miden la radiación de un bebé en Fukushima.

Por lo general, los gráficos sobre este tipo de temas usan una escala logarítmica, como con los decibeles, pero las escalas logarítmicas confunden a algunos lectores. Los bananos no tienen ese problema.

Volviendo a los bananos, nuestro sistema no pretende trivializar el riesgo para la salud que supone la radiación. La radiación -en rigor, estamos hablando de la radiación ionizante, el tipo que puede dañar las células humanas- está lejos de ser algo trivial. El Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. ha estimado, por ejemplo, que los millones de tomografías computarizadas que se hicieron en EE.UU. sólo en 2007 pueden llegar a causar 29.000 casos de cáncer.

Pero la forma en que medimos las cosas puede cambiar nuestra forma de pensar sobre ellas. Pensemos en la radiación de una tomografía computarizada del tórax. Si les digo que equivale a estar a unos dos kilómetros del epicentro de la bomba atómica de Hiroshima, es posible que vean el riesgo de forma diferente que si lo comparo con comer 70.000 bananos.

Créase o no, ambas comparaciones son válidas. La exposición causada por la bomba disminuye rápidamente con la distancia. Decidan ustedes mismos qué suena peor.

Así que, ¿les cambia algo mirar la radiación pensando en bananos? Si la respuesta es no, admito que puede deberse a lo insólito de la idea.

Las actitudes que uno asume ante los riesgos son complicadas, emocionales, culturales y muy profundas. El miedo, por ejemplo, no es fácil de cuantificar. No es simple poner la psicología del riesgo en un gráfico.

Los números sólo nos ayudan hasta cierto punto, incluso cuando los transformamos en algo tan cotidiano como un banano.

Fuente:

BBC Ciencia

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