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28 de septiembre de 2011

¿Por qué el poder corrompe?


Un nuevo estudio realizado por tres universidades estadounidenses muestra que la gente con bajo estatus que ocupa puestos de mucho poder tiende a degradar a los demás. El trabajo, que publica la revista Journal of Experimental Social Psychology, analiza la relación entre la categoría y el nivel de autoridad de un puesto de trabajo. Los resultados de la investigación explicaría por qué los oficinistas pueden parecer groseros o incluso por qué los guardias de la prisión de Abu Ghraib humillaron y torturaron a los prisioneros en Iraq.

Los científicos realizaron experimentos con estudiantes a quienes les fueron asignadas aleatoriamente una alta categoría con el rol de "productores de ideas” o una baja categoría con la categoría de “ trabajador". A los estudiantes se les pidió seleccionar de una lista de 10 actividades para que los otros las desempeñaran, algunas de ellas humillantes como decir “no soy valioso” en voz alta, decir “soy mugriento” o ladrar como un perro. También había tareas especialmente complejas, como contar hacia atrás desde el número 500, añadiéndole siete números a cada uno. Entre las actividades menos humillantes se incluían escribir un breve ensayo, aplaudir 50 veces, hacer cinco lagartijas y saltar 10 veces en una sola pierna.

Los resultados revelaron que "los individuos con roles de alto poder y baja categoría eligieron actividades más humillantes para sus socios". Los sujetos con alto grado de poder y categoría alta eran, sin embargo, muy agradables con los compañeros. "Nuestros hallazgos señalan que la experiencia de tener poder sin categoría, ya sea como miembro del ejército o como un estudiante universitario que participa en un experimento, puede desencadenar comportamientos que humillan a los demás”, explica Nathanael Fast, profesor de la Escuela Marshall de Negocios de la Universidad de California del Sur (EE UU) y coautor del trabajo. Aunque Fast admite que no se puede generalizar ya que muchas personas en esa situación tienen un comportamiento atento con los demás.

Según Fast, los remedios para evitar estas situaciones incluyen que directores en puestos altos les digan a las personas en puestos con alto poder y baja categoría "lo importante que son sus funciones”. Ofrecer bonos o ascensos también podría ayudar, comenta Fast.

Los investigadores creen que un claro ejemplo que corrobora sus resultados es lo que sucedió en 2004, cuando soldados de bajo rango de los Estados Unidos abusaron física y sexualmente de prisioneros de la cárcel de Abu Ghraib, en Iraq . “Aunque es verdad que los guardias de la prisión tenían poder, es igualmente cierto que sus funciones de trabajo les daban poco o nada de respeto y admiración ante los ojos de los demás. Tenían poder, pero carecían de categoría”. Y, aunque eso no los justifica, “sería la combinación de estas dos variables –alto poder y bajo estatus- la que desencadena un comportamiento destructivo y humillante”, concluyen los autores.

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Muy Interesante
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