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10 de agosto de 2011

Terapia génica: creando monstruos y curando el cáncer

Especial: Medicina

Desde que se insinuó la posibilidad, la modificación del ADN ha sido a la vez criticada, por las dudas éticas y posibles malos resultados, y mirada con esperanza para la cura de enfermedades a las que de otro modo no se les ve solución. Pero, ¿qué es la terapia génica? ¿Es realmente útil? ¿Podemos crear un monstruo por accidente?

Una breve introducción al maravilloso mundo del ADN…


Como todos sabemos, la información sobre cómo será nuestro cuerpo está almacenada en el ADN, en nuestro genoma. Esta información no se encuentra una sola vez en todo el cuerpo, sino repetida en muchas de nuestras células. Normalmente escucharéis que cada una de las células del cuerpo humano la tiene repetida una vez, pero eso no es del todo cierto. Existen células con varias copias de nuestro genoma, teniendo varios núcleos (como por ejemplo algunas células musculares) y otras que no tienen ninguna, como es el caso de los glóbulos rojos.

Esta información es, en principio, idéntica en todas las células del cuerpo. Y existe una buena razón para que esto sea así: todas provienen de la misma célula: el cigoto, que se forma por la fusión de un espermatozoide y un óvulo. Sin embargo, no es estrictamente cierto que el material genético de todas las células sea igual. A lo largo de la vida de cada célula, esta puede tener pequeños cambios en su ADN, que conocemos como mutaciones. Estas mutaciones pasan, a su vez, a las células que vengan de la célula que las sufra. Así, acabamos por tener montones de células con genomas ligeramente diferentes.


¿Es un planeta? No: un cigoto

Aun así, que esto no os haga preocuparos por la exactitud de los test de ADN, son muy precisos… pero de eso ya se hablará otro día.

Estas pequeñas diferencias entre las células son las que hacen, por ejemplo, que aparezca un cáncer. Algunas de las células del cuerpo acumulan mutaciones en algunos genes clave (por ejemplo, el conocido como p53) y esas células empiezan a dividirse a lo loco, creando graves problemas en el cuerpo.

Con esto, vemos dos cosas. Una, el genoma de todas las células de un mismo ser vivo no es exactamente igual. Dos, las diferencias en esos genotipos pueden tener efectos reales.

Terapia génica, o cómo podemos aprovechar las diferencias

Como hemos visto, las diferencias entre las diferentes células tienen a veces una manifestación más que evidente, como puede ser un tumor. Pero también podemos aprovechar esto para curar.

Con la cantidad de células que tenemos en el cuerpo, resulta fácil entender la imposibilidad de transformar completamente el genoma de un humano desarrollado. Por eso, tenemos que recurrir a cambiar el ADN de una pequeña parte de nuestras células. Ahora bien, ¿cómo puede esto dar resultado?

Dependiendo de la enfermedad, de una manera diferente.

Así, por ejemplo, en el caso de enfermos de diabetes se puede plantear la transformación de algunas de las células de los islotes de Langerhans para que produzcan insulina de forma relativamente normal. En el caso de enfermos de cáncer, se puede aplicar terapia génica para devolver a las células tumorales a su estado original.

Y, ¿cómo hacemos esto?

Básicamente, de dos formas, aunque cada una tiene montones de variantes.

La primera es la conocida como ex vivo, es decir, fuera del paciente. Se toma una muestra del tejido de interés y es esta muestra la que se transforma. Tiene la ventaja de que pasa a ser posible utilizar técnicas que, como la electroporación o la microinyección, no podemos usar de otra forma. Además, permite una mayor precisión, al poder enfocarla sólo a células de un determinado tipo. Sin embargo, tiene un grave problema, y es que para aplicarla necesitamos mantener las células en un cultivo de laboratorio, cosa posible con muy pocas células humanas, al menos sin recurrir a técnicas como los heterocariontes, que no son adecuadas para el uso en terapia.


Microinyección

La segunda forma de hacerlo, in vivo, consiste en hacerlo sobre el propio paciente. La transformación es, por esta razón, diferente y más complicada. Se suelen utilizar vectores víricos (por ejemplo, retrovirus modificados genéticamente), aunque también se ha probado con inyecciones de ADN desnudo (que también se usan en las vacunas de ADN, que podrían considerarse un tipo de terapia génica). Tiene una gran desventaja, y es la dificultad de controlar en qué células se está insertando el material.

Hay muchos más métodos para insertar material genético: liposomas, bombardeo con partículas (biobalística)…

En ambos casos, existe dificultad para saber cuántas copias del fragmento que queremos introducir se han insertado en cada célula y en qué zona del genoma se han insertado. Como se decía antes, estamos hablando de montones de células, y analizar una por una es inviable, sobre todo en tratamientos in vivo.

¿Es útil la terapia génica?

Sin duda, sí. A pesar de estar aún en sus inicios y muy lejos de estar normalizada, la terapia génica ya ha dado interesantes resultados en el tratamiento de enfermedades como el cáncer, la periodontitis o la diabetes, además de prometedores caminos para la Enfermedad de Huntington.

¿Y los monstruos?

Algunos de vosotros, aficionados a los comics o la estupenda serie de televisión de Spiderman que se hizo en los 90, recordaréis al Dr. Curt Connors, personaje que, en su afán por recuperar su brazo perdido mediante terapia génica con ADN de lagarto, acaba convertido en Lizard, un lagarto humanoide y sumamente problemático. También el propio Spiderman aparece tras ser picado por una araña radioactiva que mezcla su ADN con el propio de Peter Parker, una suerte de terapia génica accidental

Sin embargo, y por desgracia para los que quieran convertirse en superhéroes o supervillanos, la terapia génica no puede tener estos efectos. Para empezar, a día de hoy, no estamos hablando de utilizar genes de otros seres vivos en humanos. Aún llegado el caso, sería necesario modificar muchos puntos, no sólo uno, para ver cambios tan drásticos. Además, los cambios que se ven en estos casos afectan a todo el cuerpo y no sólo a una parte… estamos hablando más bien de una metamorfosis, nada que se pueda hacer con terapia génica.


¿Esto nos espera si usamos la terapia génica?
Esto no significa, sin embargo, que la terapia génica esté exenta de riesgos. En uno de los primeros intentos de terapia génica, llevados a cabo sobre pacientes de algunos tipos de inmunodeficiencias severas combinadas (SCID), se produjeron leucemias tras el tratamiento, como se detalla en este artículo. Por suerte, se pudo hallar la causa de este problema y resolverla para posteriores intentos. No deja de ser, no obstante, un recordatorio de que la terapia génica, como muchas otras terapias, ha de ser usada con cuidado y que, con una mala aplicación, puede ser tan perjudicial o más que lo que intenta curar.

Bonus: En el próximo post, los X-men y los verdaderos mutantes. ¿algo en común?

Fuente:

Biotecmática
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