A estas alturas del partido, para mucha gente debe resultar cansino repasar los errores científicos de la Biblia. Después de todo, para el grueso de la sociedad que se mueve entre el ateísmo radical y esa afable condición acomodaticia que es el "soy cristiano a mi manera", la Biblia no debe ser leída como una descripción minuciosa de la naturaleza, sino como un texto de enseñanzas morales. Sin embargo, de cara a quienes aún sostienen que la Biblia es un texto científico, hasta el extremo de preferir que sus seres queridos se mueran antes de recibir una salvadora transfusión de sangre, no sobra hacer un repaso de los errores científicos que comete. Sobre la creación, según el texto del capítulo 1 del Génesis, en lo que a este posteo se refiere.
Obviemos que la Biblia reduce la cronología de miles de millones de años a apenas seis días. Partamos con el tema de la luz: la luz fue creada en el primer día (Génesis 1:3). ¿De dónde salió, si no existieron estrellas hasta el cuarto día? Suponiendo que Dios haya inspirado el pasaje, podría referirse entonces a la radiación de fondo del universo, en el período de tiempo en que se enfrió hasta el punto de que su longitud de onda pasó por el espectro visible (en la actualidad su longitud de onda se ha corrido hasta llegar a la radiación de microondas, en donde la pueden captar los radiotelescopios). Sin embargo... el texto bíblico dice que Dios llamó "día" a la luz y "noche" a las tinieblas, lo que descarta esa teoría (en primera, en esa época no había Sol ni Tierra y por tanto no hay movimiento de rotación que pueda marcar la sucesión del día a la noche, y en segunda, en esa época no puede haber existido oscuridad porque el universo mismo debería haber sido literalmente pura luz). Descontemos claro está que cuando fueron creadas la luz y las tinieblas, la Tierra ya preexistía según la Biblia, cuando en realidad, la Tierra surgió DESPUÉS del nacimiento del Sol... lo que aconteció en el cuarto día según la Biblia. Y como última perla: el Sol y la Luna fueron creados de manera conjunta, cuando la ciencia modernamente aceptada señala que el Sol debió nacer primero, la Tierra después, y la Luna al último, producto de una fenomenal colisión cósmica.
La cosa se pone mejor en el segundo día, cuando Dios crea "el firmamento". Desde la óptica de la ciencia moderna, este paso sería innecesario porque el "firmamento" en realidad es el universo, y éste ya existe de antemano. Pero además, resulta que crea el firmamento... para separar las aguas superiores de las inferiores (Génesis 1:7). ¡De manera que la Biblia explica que el cielo es azul porque se trata de un océano celeste retenido por una cúpula transparente! Nótese que, capítulos más adelante, Dios desata el Diluvio Universal abriendo las compuertas del cielo y dejando por tanto ese océano celeste vaciarse en la Tierra (Génesis 7:11). Aparentemente, las estrellas están tachonadas contra la cúpula transparente, porque de otra manera no se explica que no se apaguen. Aunque en tiempos de los escritores bíblicos se suponía que las estrellas visibles eran todas las que existían: faltaba aún para que Galileo Galilei armado de un telescopio demostrara que existen muchas más estrellas, éstas invisibles a la mirada humana desnuda.
Volviéndose hacia la vida biológica, Dios realiza el sinsentido de crear la vegetación en el tercer día... cuando aún no había Sol que irradiara luz y permitiera hacer la fotosíntesis. Este pequeño desajuste en la tabla cronológica hizo que las plantas permanecieran por tanto un día entero pasando hambre, hasta el cuarto día en que por fin es creado el Sol. También respecto de la vida animal hay algunas incongruencias, ya que la vida de los océanos es creada en el quinto día, y la vida terrestre junto con el ser humano en el sexto, lo que es correcto a rasgos generales... salvo porque las ballenas fueron creadas ANTES que los insectos y presumiblemente que los reptiles, cuando en la historia paleontológica del planeta aparecieron exactamente al revés. Además, resulta que las plantas con flores (angiospermas) fueron creadas dos días ANTES de los animales terrestres, cuando en la realidad surgieron exactamente al revés (muchas plantas con flores no pueden sobrevivir sin insectos que efectúen la polinización cruzada, aunque por dos días...). Un rasgo del texto bíblico sí es interesante: le dedica un día entero a la creación de las bestias marinas, anticipo de lo extensos y mal conocidos que eran y siguen siendo los mares en su profundidad y variedad viviente, en comparación a la mucho más fácil de explorar tierra firme.