El 'Endeavour' captado por el astronauta Paolo Nespoli. | ESA
Más de medio millón de curiosos se han acercado al Centro Espacial Kennedy para asistir al último viaje de un transbordador, pero los nubarrones han tomado posiciones en la costa y los cielos inquietantes amenazan con frustrar el despegue previsto para el viernes (con un 70% de posibilidades de aplazamiento).
De hecho, la NASA está buscando posibles daños en la estructura del Atlantis después de que un rayo impactara a poco más de un kilómetro de distancia del transbordador, según informó la cadena CNN.
"Por ahora no hay ningún daño evidente", aseguró poco después el portavoz de la NASA Allard Beutel a un grupo de periodistas.
De momento, la agencia espacial estadounidense sigue adelante con su intención de lanzar el transbordador en la tarde del viernes, y los cuatro astronautas del 'Atlantis' están ya instalados en la cabina de la nave.
De verse obligados a aplazar el lanzamiento, la NASA tendría una ventana de oportunidad el sábado, cuando las oportunidades favorables serían del 40 por ciento, y otra el domingo, cuando aumentarían al 60 por ciento.
Triunfalismo prematuro
La vibración incomparable que acompaña desde hace 30 años al fulgurante ascenso del 'shuttle' dejará paso a un vacío insondable en la NASA, acechada por los despidos, los recortes presupuestarios y la 'fuga de cerebros' que han dejado a la deriva el programa espacial.
Se supone que el fin del transbordador iba a abrir las puertas a una 'nueva era', encabezada por compañías privadas como SpaceX u Orbital Sciences, pero el relevo con misiones tripuladas no llegará hasta dentro de tres o cuatro años. El triunfalismo prematuro ha dejado paso a un pesimismo casi unánime, extendido como una epidemia en las dependencias obsoletas y cada vez más vacías de la NASA.
Pocos expertos cuestionan, sin embargo, que había llegado el momento de jubilar al 'shuttle', al cabo de 135 vuelos (la mitad de los prometidos), 14 astronautas muertos en dos accidentes mortales (Challenger y Columbia) y más 192.000 millones de dólares consumidos desde el inicio del programa (el doble de lo calculado).
Futuro incierto
Lo único cierto en el futuro inminente de la NASA es la nueva cadena de despidos que dejará el programa del 'shuttle' con apenas 1.000 trabajadores (de los 17.000 que llegó a tener).
La agencia ha firmado sendos y multimillonarios contratos con SpaceX y Orbital Sciences para una larga veintena de vuelos no tripulados a la Estación Espacial Internacional de aquí al 2015, pero los problemas técnicos pueden dilatar el calendario, y hasta entonces no queda otro remedio que 'alquilar' la nave rusa Soyuz.
En el horizonte -aunque cada vez lo escuchamos menos- está la meta inconcreta de lanzar una nave tripulada a un asteroide (no se sabe cuál ni cuándo), como paso intermedio hacia lo que todos consideran "el próximo paso lógico". O sea, Marte. Pero lo cierto es que el planeta rojo parece cada vez más lejano mientras la NASA siga sin salir del 'agujero negro'.
Inasequibles al desaliento y a la amenaza de la tormenta tropical prevista para el viernes en Cabo Cañaveral, la tripulación del Atlantis ultima los preparativos para el vuelo rutinario de aprovisionamiento que pondrá fin a la odisea del 'taxi' espacial iniciada hace tres décadas, en 1981.
Esta vez serán tan sólo cuatro los astronautas -Chris Ferguson, Doug Hurley, Sandy Magnus y Rex Walheim- por razones de seguridad y de 'overbooking' en la nave Soyuz (con capacidad para tres tripulantes), que tendría que ser usada como rescate para su regreso a tierra firme si algo fallara en el último 'shuttle'.
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