El reactor 3 de Fukushima, destruido y lanzando vapores. | AP
- Contener el calor del núcleo y de las piscinas de residuos es la clave
Ha pasado ya una semana desde el terremoto que conmovió Japón y provocó la alerta nuclear en el país asiático. Medio mundo mira con preocupación a la planta atómica de Fukushima e intenta entender qué ocurre en esa instalación convertida en un foco de radiactividad. Pero por complejo que parezca lo que ocurre, puede explicarse de forma simple. La mayoría de los problemas de Fukushima son de fontanería. Puede sonar como una ligereza, pero no hay mejor forma de explicarlo.
Debido a la cadena de accidentes tras el terremoto, la central perdió la corriente eléctrica y el control del suministro de agua. Dejó de funcionar el circuito de tuberías y bombas que distribuye un agua que es esencial para mantener refrigeradas dos fuentes de alta radiactividad: el combustible del núcleo de los reactores y los residuos que se almacenaban en la parte alta del edificio de los propios reactores.
Recuperar el uso de esa fontanería y devolver el suministro eléctrico a la planta para accionar el bombeo es la clave para evitar que esos materiales se calienten más, se degraden y aumenten la emisión de vapores y gases radiactivos a la atmósfera. De momento ya lo están haciendo, y hay altas dosis, de hasta 400 milisieverts / hora (equivalente a 400 veces lo recomendable al año) en torno a los reactores 3 y 4.
El enemigo
Tanto el combustible del reactor como el combustible gastado o basura radiactiva de las piscinas tienen un gran calor de residual que llega a cientos de grados incluso años después. Deben estar siempre fríos y cubiertos de agua. Si no es así, se calientan, reaccionan con los aislantes, lanzan vapores radiactivos y se funden aumentando la liberación de su carga. Enfriarlos es ahora la gran batalla de Fukushima.
Cronología
Una semana después del terremoto, y pese a la confusión y falta de información, es posible reconstruir lo ocurrido hasta ahora. Hay que unir los datos de la compañía propietaria de Fukushima, Tepco, y el Gobierno japonés a los informes del Organismo Internacional de la Energía (OIEA), los del Japon Atomic Industrial Forum (la patronal del sector nipón) y otras fuentes independientes. El Instituto Tecnológico de Massachusetts, que no tiene ninguna implicación con la emergencia, ha preparado sin embargo un estupendo trabajo sobre lo que está ocurriendo en Fukushima, con la ayuda de los ingenieros industriales de esa organización de investigación estadounidense. El texto puede consultarse en este enlace.
El terremoto
. A las 14.46, hora local (06.46 en España), del viernes 11, se registró un terremoto de 9 grados en la escala Richter. En ese momento, la planta de Fukushima (con seis reactores construidos por General Electric entre 1970 y 1978) respondió al protocolo e inició la parada. Los reactores 4, 5 y 6 estaban cerrados y sin combustible por mantenimiento. Se actuó por tanto en los números 1, 2 y 3, introduciendo en el núcleo las barras de control, que se añaden al combustible para frenar las reacciones en cadena. Eso ha resultado fundamental, pues al hacerlo se contiene la actividad y el calor del núcleo y, aunque este sigue caliente y hay que enfriarlo, no es tanto como si no se hubiera parado. En Chernobil, el accidente ocurrió con un núcleo en plena aceleración.
La parada de los reactores fue una de las pocas cosas que salieron bien. Después, todo fueron percances. El terremoto no afectó a los edificios, pero tumbó el suministro eléctrico exterior. Se recurrió a los generadores diesel de emergencia. Pero una hora después, la ola del tsunami entraba en la central y se llevaba por delante los generadores y los tanques de combustible. Fukushima tenía un dique para olas de dos metros y el tsunami alcanzó de cinco a 10.
Emergencia
. A partir de ese momento, todo tuvo que ser improvisado. Desprovistos de energía para accionar las bombas, los tres reactores cargados de combustible (el 1, 2 y 3) empezaron calentarse y a evaporar el agua de la vasija. En los tres, llegó a quedar expuesto fuera del agua el combustible, algo que no debe ocurrir jamás. Se generaron gases radiactivos en la vasija e hidrógeno residual, que fueron venteados hacia el edificio del reactor. En los tres días siguientes, ese hidrógeno explosivo causó deflagraciones en los tres edificios, que quedaron tocados. Además, en el reactor 2 se teme que también se dañó la estructura de contención, lo que es un riesgo de emisiones desde el núcleo. Y también preocupa el reactor 3, porque en lugar de uranio, como el resto, tiene una mezcla de uranio y plutonio, un elemento dañino. Durante la semana, se ha bombeado agua de mar cargada con boro y se ha frenado, por lo menos, la evaporación en la vasija, pero no se ha logrado devolverla a su punto de llenado óptimo. La última noticia del viernes 18 es que se había conseguido tender una línea eléctrica hacia el reactor 2. Lo comunicaba Tepco a la OIEA, pero también advertía que el suministro de energía todavía no está establecido. Esta electricidad, si llegara, serviría para activar los sistemas de bombeo.
Las piscinas de residuos radiactivos
El miércoles 16 se hizo evidente que había otro problema aparte de los reactores. Las piscinas de combustible gastado, que en el diseño de Fukushima estaban encima del reactor y no en un edificio anexo, empezaron a calentarse por la falta de renovación del agua. Y lo siguen haciendo todavía. Esa basura nuclear, expuesta al aire, emite materiales radiactivos más letales que los del núcleo, pues ya no es uranio, sino una mezcla de productos de fisión.
En las piscinas 5 y 6, se ha activado un motor diesel que está dando energía para aportarles agua. Sobre la piscina 1 y 2 no hay información. Y la emergencia está en las piscinas 3 y 4. Se ha intentado echarles agua desde helicópteros, pero se han retirado porque la radiación freía los aparatos. Son operarios en tierra los que ayer seguían aportando agua, en breves incursiones de no más de cinco minutos para no acumular tiempo de exposición. El Gobierno japonés ha cambiado esta semana de 100 milisieverts /año a 250 milisieverts / año la tasa de radiación que un trabajador puede recibir para que los héroes de Fukushima puedan trabajar legalmente.
Lo que puede pasar
Quedan días de agonía. La explosión del reactor al estilo Chernobil se descarta porque los de Fukushima tienen la estructura de contención que faltó en la planta ucraniana. Una fusión total del combustible que lo hiciera caer al fondo y traspasar la vasija (el llamado síndrome de China) tampoco se contempla.
Pero se teme que, si el núcleo sigue sin enfriarse, el calor agriete la contención y provoque fugas. Además, los residuos de la piscina, si no son tapados con agua, arderán y rociarán de alta radiación el ambiente. Que el entorno más cercano de Fukushima está condenado es algo que todos dan por hecho. Y que habrá que construir un gran sarcófago para tapar y contener esa brasa radiactiva es algo que será necesario en cualquiera de los escenarios, mejores o peores, que deparen los próximos días.
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