Meteoritos hallados en la Antártida y usados en el trabajo. | NASA
La ciencia aún no tiene una respuesta para la pregunta ¿Cómo surgió la vida? En la investigación, casi todas las preguntas sencillas tienen respuestas muy complicadas. Debido a este vacío, los científicos especulan con muy diversas teorías que aún no han podido ser demostradas. Una de ellas es la teoría de la Panspermia acuñada por el químico sueco Svante August Arrhenius para explicar el origen de la vida en la Tierra. Según esta hipótesis, la vida está diseminada por el Universo y llegó en forma bacteriana unida a un meteorito que sirvió de simiente para que evolucionara hasta los organismos que habitan hoy el planeta.
Otra de las posibilidades que manejan los astrobiólogos consiste en que los meteoritos no trajeron la vida, pero sí los elementos y moléculas necesarios para su surgimiento. Y en este sentido, una investigación recién publicada en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS) acaba de aportar importantes datos que apoyan la posibilidad de un origen extraterrestre de las moléculas precursoras de la vida terrestre.
Los investigadores de la Universidad del Estado de Arizona en Tempe (Estados Unidos), dirigidos por Sandra Pizzarello, estudiaron un meteorito que contiene materiales orgánicos pertenecientes al grupo de la Tumba de Nunataks, hallado en la Antártida. El equipo de Pizzarello trataba de comprobar si el complejo material que forma el asteroide contenía alguna huella de la evolución química que siguió el meteorito.
Imitación de la Tierra primitiva
Para ello imitaron las condiciones ambientales que había en la Tierra antes de la aparición de la vida. Siempre con escalas temporales de laboratorio (sería imposible recrear los tiempos reales), emularon la actividad hidrotermal, la temperatura y la presión de la Tierra primitiva.
Y los resultados mostraron, para la sorpresa de los investigadores, que aquel meteorito liberó una enorme cantidad de ion amonio (NH4), un importante precursor de las moléculas biológicas complejas, como los aminoácidos o el ADN.
Para descartar la posibilidad de que el amonio proviniera de contaminación en el laboratorio, analizaron la composición isotópica del nitrógeno y descartaron esa posibilidad, ya que es muy diferente de la que existe en la atmósfera actual. De esta forma, Pizzarello y sus colegas lanzan en su trabajo la idea de que la llegada de estos meteoritos pudo acelerar, o desencadenar, la evolución de las moléculas que dieron lugar a la vida.
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