La sonda de la NASA dará una vuelta alrededor de Mercurio cada doce horas, y se ocupará de realizar estudios sobre la composición de la atmósfera y de la superficie del planeta. Los científicos esperan obtener información sobre el campo magnético y el núcleo de Mercurio, así como determinar si hay hielo en los cráteres de sus polos, que están de manera permanente en sombra.
Maniobras
Antes de lograr ponerse en órbita, la nave tuvo que hacer una difícil maniobra que empezó a las 20.45 del jueves (hora de la costa del este de EE.UU.) y concluyó 15 minutos más tarde. El motor más potente, de 660 newton, se encendió para desacelerar la velocidad de la nave y que pudiera ponerse en una órbita muy elíptica que irá desde los 200 kilómetros hasta los 15.000 kilómetros. Esta gran elipse es necesaria porque la temperatura en Mercurio, el planeta más cercano al Sol, es muy alta y, aunque Messenger tiene un escudo protector, conviene que se aleje para enfriarse y luego se acerque para continuar con la captura de datos. "Ahora es cuando empieza la misión", ha dicho el científico jefe de Messenger, Sean Solomon, tras su entrada en órbita. "Estamos listos para aprenderlo todo sobre uno de nuestros vecinos más cercanos".
Esta es la primera vez que una nave se coloca en la órbita de Mercurio, uno de los planetas que más ha costado investigar. Y no sólo porque se mueve mucho más rápido que La Tierra y una nave debe desplazarse a unos 104.607 kilómetros por hora para alcanzarlo, sino porque además debe enfrentarse al calor del Sol. Las temperaturas en este planeta superan los 1.000 ºC.
Tras alcanzar la órbita de Mercurio, a la NASA sólo le quedan dos planetas por orbitar, Urano y Neptuno, aunque ha hecho acercamientos a todos con distintas misiones.
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