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15 de marzo de 2011

Aprender “al pie de la letra” no es natural ni sirve para nada

20101117021730 frato sin odiar lo que estudiamos Aprender “al pie de la letra” no es natural ni sirve para nada.

¿Recuerdas “al pie de la letra” la conversación completa cuando conociste a tu pareja? ¿Recuerdas “al pie de la letra” las declaraciones de Iniesta después de meter el gol que nos dio el mundial de fútbol? ¿Recuerdas “al pie de la letra” el final de la última novela que leíste? ¿Recuerdas “al pie de la letra” el principio de Arquímedes? La respuesta es no. Y es así porque la memoria humana está muy poco dotada para almacenar copias exactas, “al pie de la letra”, de la información que recibimos.

¿Cuál es, entonces, nuestra forma natural de aprender? Nuestra forma natural de aprender es la comprensión. Para comprender debemos de traducir lo aprendido a nuestra propias palabras, vincularlo con nuestra propia experiencia, buscar nuestros propios ejemplos, etc., que es precisamente lo que nos diferencia de todas esas memorias mecánicas, los dispositivos culturales (ordenadores, fotografías, grabaciones, etc.) que pueden hacer copias exactas de un suceso o de una información pero jamás podrán comprenderla, dotarla de significado relacionándola con otras informaciones o sucesos.

¿Por qué entonces el alumnado se dedica a repetir o reproducir contenido, en lugar de hacer aquello que les resultaría más fácil y natural (intentar dar significado a lo que aprenden)? Gran culpa la tenemos los docentes por la forma de enseñar y evaluar lo aprendido valorando la respuesta literal más allá de que se haya comprendido o no.

1. Enuncia el primer principio de la dinámica.

2. Enuncia el principio de Arquímedes.

Estos enunciados suelen ser típicos en exámenes de física (he de decir, porque es verdad, que yo no lo hago o intento evitarlo lo máximo posible).

En nuestro día a día aprendemos dando significado a lo que nos pasa. Es nuestra forma natural de aprender, es como aprende la mente humana.

¿Por qué nos resulta difícil aprender ciencias?

La dificultad que tiene aprender ciencia es que todos tenemos explicaciones intuitivas de los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor y que, además, nos sirven para solucionar problemas cotidianos. Por ejemplo, aunque tengamos el concepto intuitivo del calor como una propiedad de ciertos objetos (pensamos, porque lo perciben nuestros sentidos, que el hierro está más frío que la madera), evitamos quemarnos con la vitrocerámica al cocinar. Pero estas explicaciones se encuentran muy alejadas de las explicaciones científicas.

Es decir, la ciencia es una actividad contraintuitiva o “no natural” que requiere que pongamos en duda buena parte de nuestro conocimiento cotidiano, de lo que damos por supuesto sobre el mundo. Y esa actitud de dudar de lo que somos y pensamos no es nuestra forma habitual de enfrentarnos al mundo. Al contrario, tendemos a creer, de modo razonable, que el mundo es tal como nosotros lo vemos. Hacer ciencia es en gran medida disponer de un método para dudar de lo que damos por supuesto sobre el mundo y nosotros mismos.

Sin embargo, los docentes tendemos a impartir a nuestro alumnado una ciencia que no saben ni pueden dudar con su experiencia (¿cómo es posible que este lápiz y la tierra se atraigan con la misma fuerza? ¿Qué quiere decir que el suelo que estoy pisando está compuesto por partículas en movimiento y separadas por un espacio vacío?). De este modo, al no poder asimilarse a esas ideas intuitivas, no puede ser comprendido.

¿Qué debemos hacer los que enseñamos ciencia?

  • Debemos plantear situaciones nuevas que permitan la generalización de los conocimientos;
  • promover y valorar la ideas y expresiones personales de los estudiantes;
  • no tener miedo al error, ya que el aprendizaje constructivo progresa a partir del error;
  • utilizar técnicas “indirectas” en la evaluación que hagan inútil la repetición literal y acostumbran los aprendizajes a aventurarse en el uso de sus propios conocimientos para resolver problemas y conflictos, a aprender a dudar de sus propias ideas, pero también, por qué no, de la que nosotros les proporcionamos, en lugar de aceptarlas con verdades reveladas que deban ser repetidas al pie de la letra.

¿Aprendemos todo esto cuando nos preparamos para las oposiciones? ¿Quién dijo que ser profesor, un buen profesor, de ciencias es fácil?

Estimados colegas, evitemos a toda costa el aprendizaje por repetición. Debemos de ejercitar la memoria para acordarnos de aquello que comprendimos, no para repetir literalmente lo que no comprendimos.

Por cierto, seguro que te acuerdas del primer beso que le diste a tu pareja o a quién te abrazaste cuando Iniesta metió el gol. ¿Tuviste que memorizarlo?

Este post es un resumen (con toque personal) del siguiente artículo:

Por qué los alumnos no comprenden la ciencia que aprenden. Juan Ignacio Pozo Municio, Miguel Angel Gómez Crespo Alambique: Didáctica de las ciencias experimentales, ISSN 1133-9837, Nº 66, 2010, págs. 73-79.

Puedes consultar también el libro Aprender y enseñar ciencias.

Fuente:

Ciencia on Line

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