
El producto más simple al que se le suele asociar este término es la bombilla, increíble y a su vez -ahora es- un simple producto que revolucionó el mundo. Pasó a ser un gran descubrimiento de nuestra tecnología para convertirse en un producto que se diseña específicamente para romperse y volverse a consumir (y volver a empezar). A todos nos ha pasado, quien no se ha comprado una impresora nueva porque una pieza se ha roto y la reparación es muy costosa, por lo menos más que una nueva impresora. ¿Quién ha tenido algún producto con algo roto y se ha comprado uno nuevo solo por un defecto? ¿Quién no ha visto un nuevo producto que bien pensado no se necesita, pero aun así se lo ha comprado?
Por desgracia, esto es lo que mueve muchos mercados. Incluso nosotros nos movemos gracias a nuestro propio deseo a saber más y conocer nuevos productos tecnológicos.
Todos somos culpables
El mercadeo de los gadgets es así, un teléfono ahora se diseña para que dure exactamente un año, algunos se diseñan para que duren un poco más, otros incluso para que duren meses o días (como los móviles desechables). La evolución de la tecnología va de la mano del consumismo. Sin consumismo no existiría la misma evolución de la misma, es imposible decir que no existiría tecnología, porque eso es como quien dice que sin copyright se mata a la cultura. No, no se mata.
Pero es imposible que la velocidad sea la misma. ¿Te imaginas un ordenador que sea tan bueno pasado 4 años como el primer día que te lo compraste? ¿Verdad que es difícil imaginárselo?
¿Puedo estirar la vida de este gadget?
Pero se nos olvida y somos culpables todos, por consumir de forma compulsiva y por no pedir a los fabricantes que sus productos duren más. ¿Te imaginas que de un día para otro todo el mundo se quede con su móvil durante un año más? ¡¿Te imaginas?!
Comprar, tirar, comprar
Tomado de:
Gizmologia
El documental “Comprar, tirar, comprar” está disponible en su versión original en Català o en castellano en la web de RTVE, dura 52:18” y es algo digno de ver hoy.