Dian Fossey, junto los gorilas de las Montañas Virunga, en Ruanada. AP
La última frase que escribió en su diario la primatóloga Dian Fossey, antes de morir a machetazos en las montañas de Virunga (República Democrática del Congo), hablaba de la necesidad de conservar el entorno de los gorilas. Eso fue hace justo 25 años. Murió asesinada por el jefe de unos cazadores furtivos, quizás alentados por uno de sus doctorandos, que entendieron que con sus campañas su negocio se iba a pique.
La única buena noticia es que el censo de este año refleja un aumento de la población de gorilas de montaña en los últimos siete años: han pasado de 380 a 480 (un 26% más). Sumando los de Uganda, hay 786 ejemplares de 'Gorilla beringei beringei' (de montaña) en todo el planeta. Demasiado pocos para toda una especie de primate.
Pedro Pozas, del
Además, la situación de los gorilas de llanura ('Gorilla gorilla' y 'Gorilla beringei graueri') también está empeorando. Pese a que su población es mucho mayor (entre 100.000 y 150.000 en los primeros y unos 7.000 en los segundos), el ritmo al que desaparecen no se ha frenado.
Fossey -cuya historia fue llevada al cine en la película
Una 'heroína' ambiental
Titulada en terapia ocupacinal, tenía ya 31 años cuando, en 1963, viajó a África central, alentada por un libro sobre los gorilas. Allí conoció al británico Louis Leakey, famoso paleoantropólogo que la animó a estudiar la evolución humana a través de los primates. Mientras Jane Goodall vigilaba a los chimpancés de Gombe (Tanzania), Fossey se instalaba primero en RDC y luego en Ruanda, donde montó el centro de investigación de Karisoke, que aún continúa activo.
Para Pozas fue "una heroína" que comprendió que tan importante, o más, como estudiar el comportamiento de los gorilas era proteger su entorno. "Con ello, sabía que cavaba su tumba, pero ello no impidió que gastara su dinero en pagar patrullas contra los furtivos", denuncia Pozas.
Hoy la solución, según los conservacionistas, pasa por buscar el equilibrio entre la sensibilización de las sociedades locales y los recursos de los que disponen para vivir, pero también por acabar con la corrupción política y obligar a las multinacionales a seguir la misma normativa ambiental en África que en sus países.
La primatóloga Laia Dotros, del
Lo que si ha podido comprobar es el daño que hacen las minas de coltán, ese mineral preciado para los teléfonos móviles que destroza la selva congoleña. "Estas fiestas, si se regalan móviles debemos pensar en ello y en que se pueden reciclar para ayudar a los gorilas contactado con el Instituto Jane Goodall, dentro de la campaña Movilízate", afirma la investigadora.
Fuente:
El Mundo Ciencia