En el primer caso, los animales responden de modo pesimista a acontecimientos ambiguos, por ejemplo interpretando un movimiento en la hierba como la presencia de un depredador. Sin embargo, los animales con estados emocionales positivos tendrían un punto de vista optimista de la realidad, y en la misma situación interpretarían que lo que se esconde tras la hierba es una suculenta presa asustada."Puesto que podemos medir objetivamente las opciones entre las que puede escoger un animal, podemos usar la toma de decisiones 'optimista' o 'pesimista' como un indicador de sus emociones", explica Mendl. De este modo, añade, podremos entender mejor a los animales y contribuir en la medida de lo posible a su bienestar.
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