Martes, 01 de junio de 2010
¿Cuánto cuesta un río? ¿Y un bosque?
El siguiente artículo es un engendro más de un grupete de, dizque, científicos. Estos tíos se han aunado a una gran aventura: poner un valor monetario (en devaluados dólares americanos, por supuesto) a las riquezas naturales y ecológicas del planeta. La tendencia demente del neoliberalismo no conoce límites y, en su lógica, todo lo que nos rodea (incluyendo, por supuesto, personas, el agua, el paisaje y el aire) tiene un precio. ¡Vaya manera de defender el medio ambiente! (¿o tendrán otros planes debajo de la mesa?)
¿Cuánto vale cortarse el pelo? Dependiendo del país, y por supuesto de la peluquería, los servicios de un peluquero pueden rondar los US$20. Los de una profesora de canto, digamos que... ¿U$50?
¿Pero cuánto cuesta el servicio que brinda un bosque para garantizar el suministro de agua limpia, o el que ofrece un manglar al proteger la zona costera de los embates de un huracán?
Esto es algo que -en parte- busca responder el proyecto TEEB (siglas en inglés de The Economics of Ecosystems and Biodiversity), una iniciativa amparada por el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas, en la que participan cerca de 250 científicos de todo el mundo.
"Para explicarlo, hay un ejemplo que le voy a citar y que a mí me gusta mucho", le dice a BBC Mundo Carlos Muñoz, Director General de Investigación en Economía Ambiental del Instituto Nacional de Ecología de México e integrante del TEEB.
"En el norte de México, al norte de la ciudad de Monterrey, hay una cueva en la que vive un millón de murciélagos", dice Muñoz. "Los científicos descubrieron que al atardecer, estos mamíferos salen a volar por la zona de Moroleón, donde se cultivan cítricos y otras plantas, y acaban con buena parte de las plagas que dañan estos cultivos".
"Por esta razón", explica, "los agricultores gastan mucho menos en plaguicidas y sus cultivos son más sanos".
Si por algún motivo esta cueva no se protegiera, se perderían millones de pesos en la región. Y aunque los campesinos notasen las pérdidas, "no se darían cuenta de que se debe a la pérdida de biodiversidad", añade.
Valor de reemplazo
Uno de los métodos que los investigadores emplean para determinar el valor de un servicio es considerar cuánto costaría reemplazarlo si no estuviese disponible.
Por ejemplo: cuánto costaría filtrar el agua que abastece a un municipio si se hubiese talado el bosque que protege al río que suministra el líquido (y que impide que el agua se llene de sedimentos) o cuánto costaría irrigar los cultivos de una zona que ha perdido el glaciar que la alimentaba.
El gran desafío, comentan, es integrar los conocimientos económicos a los ecológicos para valorar los servicios de los ecosistemas, examinar los costos que genera la pérdida de la biodiversidad y los beneficios que acarrea mantenerla.
Y, finalmente, elaborar una suerte de compendio de herramientas que le permita a quienes toman decisiones mejorar la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas.
"La biodiversidad es muy importante para muchos sectores económicos, pero la percepción hasta el momento es que se trataba de un lujo, de algo que cuidamos porque es bonito, pero no necesario", señala Muñoz.
Muy por el contrario, lo que los investigadores del TEEB quieren destacar es cómo proteger la biodiversidad genera empleos, ahorros significativos y movilidad en el sector económico.
La dificultad radica en que muchos de los servicios que la naturaleza ofrece, como por ejemplo en el caso de la cueva de murciélagos, no siempre resultan evidentes.
Hacer visible lo invisible
Esta invisibilidad, dice Augustin Berghöfer, coordinador científico de TEEB, es precisamente lo que el proyecto intenta combatir.
"En el caso del bosque amazónico, todos saben la función que cumple secuestrando carbono, o la importancia de mantener su biodiversidad", señala.
"Sin embargo, pocos consideran las consecuencias de la deforestación sobre la erosión, y sobre el efecto de la erosión en los sedimentos que llegan a los ríos y el impacto que esto tiene a su vez en el funcionamiento de las centrales hidroeléctricas", agrega.
Pero además de los servicios a los que se les puede atribuir un valor monetario concreto, Berghöfer destaca otro montón de servicios intangibles que ofrece el medio ambiente, como la inspiración para el arte, la educación y el sentido de identidad y pertenencia.
Los investigadores confían en que elevando el perfil económico de la biodiversidad y los ecosistemas y enseñándoles a los encargados de fijar políticas ambientales tanto a nivel local, regional, como nacional, cómo valorar los servicios ambientales, se pueda garantizar la estabilidad ecológica del planeta.
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