Domingo, 04 de abril de 2010
¿Por qué nos suenan las articulaciones?
A todos nos ha pasado alguna vez. Tras estar quietos durante un rato, al volver a movernos, se desencadena una sinfonía poco agradable de ruidos en nuestros huesos. O, al frotarnos las manos, sucede lo propio. Es un fenómeno muy común y, desde el punto de vista de la salud, no tiene la más mínima importancia. Pero, ¿Por qué ocurre esto?
Nuestro organismo tiene diversos tipos de articulaciones, que se agrupan, fundamentalmente, en tres, según sea su capacidad de movimiento: Sinoviales o móviles, fibrosas o inmóviles y cartilaginosas o semimóviles.
A su vez, las primeras se dividen principalmente en: articulaciones ‘en bisagra’, que son aquellas cuyo único movimiento es el de flexión y extensión –por ejemplo, el codo o la rodilla; articulaciones esféricas o enartrosis, que se caracterizan por el libre movimiento en cualquier dirección, como la cadera o el hombro; articulaciones en pivote, que sólo permiten la rotación lateral y medial, como en el caso del cuello; y articulaciones planas o deslizantes, así llamadas porque sólo permiten el deslizamiento, como sucede en el caso de la espalda.
Las segundas, por su parte, son de tres tipos: sindesmosis, suturas y esquindilesis. No entraremos a explicar cada una porque acabaríamos enredándonos todos.
Por último, las cartilaginosas son uniones, como su propio nombre indica, entre un cartílago y un hueso, y se dividen en primarias y secundarias.
Asímismo, las articulaciones tienen un fluido protector que sirve de amortiguador entre ellas y mantiene alimentados al cartílago, al músculo y a los tejidos: el líquido sinovial, dentro del cual flotan los nutrientes, junto al oxígeno, el nitrógeno y el dióxido de carbono. Este líquido se halla dentro de unas cápsulas ubicadas en los huesos.
Al mover la articulación, estas cápsulas se estiran y, para lograr un espacio más amplio sobre el que estirarse, liberan los gases del fluido. Esto es lo que produce el ruido característico de las articulaciones.
Por otra parte, también los tendones y los ligamentos pueden producir ruidos. Los primeros mantienen a los músculos y los huesos unidos y los segundos conservan los huesos unidos entre sí. En ocasiones, se salen de su sitio, lo cual también produce sonidos.
Como podemos apreciar, son ruidos naturales que se producen en el organismo al movernos y, repetimos, no revisten mayor importancia, aunque, a veces, resultan molestos.
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