Viernes, 19 de marzo de 2010
La sociedad de la Tierra Plana
Créalo. En pleno siglo XXI, y en plena era Google Earth, subsiste un grupo que se aferra a la idea de que el planeta es plano. Un grupo más que se suma al ataque de las posturas científicas, junto a los negacionistas del cambio climático y alos defensores del diseño inteligente. La nota llega vía El País (de España).
Nuestro planeta Tierra es un territorio finito, pero en él —y eso es lo maravilloso— uno puede encontrar de todo. Si usted, lector, está firmemente convencido, por ejemplo, de que la Tierra —ya que hablamos de ella— no es redonda, sino plana, y de que la llegada del hombre a la Luna fue una burda patraña orquestada por la NASA con la ayuda —en el guión— del insigne Arthur C. Clarke, sepa que no está solo: los miembros de la Flat Earth Society (la Sociedad de la Tierra Plana) le acompañan en su alternativa interpretación de las cosas.
Fundada en 1956 por Samuel Shenton —que, como miembro de la Royal Astronomic Society y de la Royal Geographic Society, no puede ser considerado fácilmente un merluzo—, la International Flat Earth Society recogió el testigo de la Universal Zetetic Society, que, a finales del siglo XIX, intentó mantener vivo el legado del inventor Samuel Rowbotham, que en 1849, a través de su panfleto La Tierra no es un globo, se había convertido en el primer apólogo moderno de una tesis que ya había entrado en descrédito en tiempos de Aristóteles. Tras el fallecimiento de Shenton en 1971, el tejano Charles Kenneth Johnson se hizo cargo de la sociedad, apelando a la autoridad bíblica para cuestionar la naturaleza esférica del planeta. La muerte de Johnson en 2001 puso en peligro la supervivencia de ese organismo disidente. "Todo pasaba por él y no había demasiada (si es que, de hecho, la había) comunicación directa entre los miembros. Johnson era la persona que servía de fuerza de cohesión en la sociedad, y con su fallecimiento, los miembros restantes quedaron aislados y la sociedad dejó de existir", explica Daniel Shenton (sin parentesco con el primer Shenton, Samuel), un virginiano de 33 años residente en Londres que ha invertido no poco esfuerzo en devolverle la vida a la insensata Flat Earth Society. Shenton es su nuevo presidente y se enorgullece de haber captado 60 nuevos miembros para una cruzada que al final de la etapa Johnson contaba con 3.000 firmes creyentes. En los foros de www.theflatearthsociety.org, más de 9.000 usuarios participan en animadas discusiones bizantinas sobre la ciencia y sus agujeros negros de fiabilidad.
En tiempos de Google Earth, la postura de Shenton resulta casi heroica y suele toparse con dos frecuentes actitudes: a) la de quienes piensan que está como una cabra, y b) la de quienes le toman por un bromista. "Todo lo que puedo decir es que no es una broma", argumenta, "si la gente no me cree, no hay mucho más que pueda hacer para convencerles. Entiendo que la postura de la sociedad es muy radical, pero no entiendo por qué a la gente le cuesta tanto entender que voy en serio".
No deja de resultar curioso que Shenton encontrase su particular epifanía escuchando un disco de Thomas Dolby: "Sé que suena extraño, pero uno de sus álbumes fue el responsable indirecto del renacimiento de la sociedad. En 1984 lanzó un disco titulado The flat earth, que incluía una canción con el mismo título. Crecí en los ochenta y estaba familiarizado con otros de sus éxitos, pero The flat earth no tuvo tanta popularidad y no lo escuché hasta mediados de los noventa, cuando encontré una copia en vinilo en el campus de la universidad. La canción no trata sobre el hecho de que la Tierra sea plana: sólo es una metáfora. De todas formas, yo había oído hablar de la Flat Earth Society y, guiado por la curiosidad, empecé a indagar hasta que me resultó claro que sus ideas estaban en lo cierto. Cuando, en noviembre de 2009, refundé la sociedad, la primera persona con la que contacté fue Thomas Dolby. Le ofrecí ser miembro honorario y aceptó con mucha amabilidad". Shenton cree que el problema no está en la ciencia, sino "en la aceptación ciega de sus postulados sin preocuparse por investigarlos", y, por si alguien se lo está preguntando, cree que tanto la evolución de las especies de Darwin como las teorías sobre el cambio climático están respaldadas por el suficiente porcentaje de evidencias como para darlas por ciertas.
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