Sábado, 30 de enero de 2010
La nula cultura de prevención en el Perú
Con las lluvias torrenciales, y los huaycos e inundaciones que ocasionan, y con las cuantiosas pérdidas de materiales y de vidas humanas, en Conocer Ciencia nos preguntamos ¿hasta cuándo? ¿por qué no existe una cultura de prevención de desastres naturales en el Perú? ¿por que el reiterado desinterés de los gobiernos en prevenir?
Este el desolador panorama al día de hoy, según La Primera:
El gobierno declaró en emergencia a toda la región de Puno, la provincia de Huanta (Ayacucho) y las provincias altas cusqueñas de Espinar y Chumbivilcas, que sufren también los efectos de las precipitaciones pluviales, deslizamientos, inundaciones y desborde de ríos.
De los 37 mil 445 damnificados, más de 23 mil lo perdieron todo tras el desborde del río y huaicos, precisó el jefe del gabinete ministerial, Javier Velásquez. Alan García afirma "no se debne magnificar las cosas", traducción: Aquí no pasa nada... (¡plop!)
Este es un interesante artículo que trata al respecto.
Enrique Castillo Paredes (*)
¿Puede alguien en su sano juicio afirmar que en el Perú no se pueden prever hechos como los sucedidos en Cusco en estos días, y en Pisco en un pasado muy reciente?, ¿se puede decir que se trata de hechos inusuales que desbordan nuestra imaginación? Nada de eso.En nuestro país las inundaciones, desbordes, sequías o terremotos suceden casi todos los años; en mayor o menor magnitud; en el norte, centro o sur; por el cambio climático, la Corriente del Niño, la Niña o por la furia de las placas de Nazca o la Su-damericana.
Lo sucedido en estos días en el Cusco es vergonzoso e indignante. Machu Picchu, Patrimonio Cultural de la Humanidad, una de las siete maravillas del mundo, y nuestro portaestandarte turístico a nivel mundial; y Aguas Calientes, la localidad que más visitantes recibe en el Perú; ambas ubicadas entre montañas y ríos, y en una de las zonas con mayor cantidad de descargas pluviales, no están preparadas para atender ningún tipo de emergencia, llámese desastre natural, accidente o descarrilamiento o epidemia. Ninguna cuenta con infraestructura adecuada (hospitales o postas médicas y albergues) o equipamiento (desde pequeños quirófanos o unidades móviles de atención médica, hasta medicinas o comedores) para atender a visitantes. No hay una organización adecuada ni siquiera para repartir víveres. Mucho menos tienen infraestructura o logística para ejecutar planes de evacuación inmediata. Y estamos hablando de una región que recibe una ingente cantidad de recursos, sea por la actividad turística, por las concesiones, o por el canon y las regalías que provienen del sector energético.
No existe entre nuestras autoridades una cultura ni planes de prevención, a pesar de que ahora el dinero es lo de menos, según nos ha dicho el primer ministro. Una reedición del juego del Gran Bonetón (que enfrenta al Gobierno Central con los regionales y municipales) nos vuelve a la realidad y nos recuerda que tampoco hay ni organización ni capacidad para articular acciones que sirvan para enfrentar la emergencia, por más recursos que existan.
Lo que viene después resulta igualmente lamentable. Procesos de reconstrucción que duran años, que se ejecutan desordenada e improvisadamente, y que enfrentan a las autoridades en cada localidad, por cada obra o etapa. Forsur es solo un botón de muestra.
¿Por qué los Gobiernos en todos los niveles no pueden desarrollar esa cultura de prevención?, ¿por qué no hay una entidad especializada y central que sea capaz de contar con los planes, los recursos y la logística, propia o coordinada, para prever, atender y reconstruir?, ¿por qué se deja eso a presidentes regionales que en realidad saben muy poco de Defensa Civil?, ¿por qué en un país como el nuestro jugamos al sálvese quien pueda y ponemos en riesgo la vida de tantos compatriotas?
(*): Periodista.
Fuente:
Diario Gestión (Perú)