Jueves, 21 de enero de 2010
Cuando eramos sólo un puñado
Antes de iniciar el post quisiera recomendarles dos videos didácticos, ambos tratan sobre el Origen del Hombre. El primero se titula "La Odisea de la Especie", una produción de RTVE (España). La segunda producción, "El Origen del Hombre", es de national Geographic, este último video se inicia así:
Ahora sí, vamos al posteo. Usted, sin duda, no ignora que somo más de 6 mil millones de seres humanos los que poblamos el planeta en la actualidad, pero ¿sabía usted que hubo un momento en que sólo fuimos 55 000 pobladores en todo el planeta?
Los humanos somos una especie invasiva. Desde discretos orígenes en África hemos acabado por colonizar prácticamente cualquier lugar donde es técnicamente posible la vida, desde el Polo Norte a la Antártida, desde las estepas de Siberia o el Medio Oeste americano a los bosques tropicales de la India o Sudamérica; desde los desiertos de Australia o Asia Central a las más diminutas islas del Pacífico o el Índico. En el proceso aumentando el número de los que estamos vivos, pero ¿cuánto? Según un estudio recién publicado el crecimiento de la población humana es enorme, y muy reciente. Durante buena parte de nuestra historia hemos sido sólo un puñado.
El estudio se basa en la comparación detallada de las diferencias entre los genomas de dos seres humanos, que ha permitido estimar el tamaño de la población total de antecesores de la Humanidad hace nada menos que 1,2 millones de años. Y el número es extremadamente reducido, de apenas 18.500 reproductores; una población total de unas 55.000 personas, no más. La gente que cabe en un estadio de fútbol mediano era toda la gente que había viva. Si en aquel momento extraterrestres hubiesen visitado la Tierra es fácil que hubiésemos pasado por completo desapercibidos como la especie puramente marginal que éramos. Marginal, y poco común.
Sabíamos, por análisis genéticos anteriores, que hubo un momento en el que la especie humana (o protohumana; nuestra línea evolutiva) estuvo al borde mismo de la extinción por culpa de una oscilación climática: apenas quedaron un par de miles de personas con capacidad de reproducirse. Esto provocó un 'efecto cuello de botella', una concentración de la diversidad genética que aún puede detectarse en los lazos de nuestro ADN. Pero si el estudio recién publicado se confirma, resultará que este 'cuello de botella' no fue un accidente puntual, sino que durante centenares de miles de años, quizá millones, los antropoides de los que descendemos fueron apenas una anécdota: una nota a pie de página de la historia. Hoy habría más personas vivas que todos los ancestros que vivieron antes del año 10.000. Un accidente, una epidemia, un traspiés evolutivo, y nuestro linaje habría desaparecido sin dejar huella, sin alcanzar siquiera una parte mínima de su potencial.
Después de inventar la agricultura y la ganadería hemos sido capaces de llegar muy lejos. Hemos aprendido a dominar las artes del conocimiento, hemos proliferado y hemos colonizado todos los parajes donde la vida es sencilla y muchos lugares donde sólo se puede vivir a base de mucho ingenio y esfuerzo. Hoy nuestros números son enormes, y una catástrofe lo bastante grande como para borrarnos definitivamente del mapa es mucho más improbable. Pero haríamos bien en recordar lo que fuimos, y en no olvidar que estuvimos a punto de no serlo. La supervivencia puede ser simplemente cuestión de azar. Y el azar no tiene piedad.
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