Domingo, 31 de enero de 2010
"Amarás al iPad sobre todas las cosas"
El nuevo producto de Apple ha suscitado en cuatro días reacciones de devoción y críticas
El mundo quería una tableta. Y Steve Jobs creó una. Pero no una tableta cualquiera. El consejero delegado de Apple creó el iPad, un nuevo tipo de producto en sí mismo. Con sus virtudes. Con sus defectos. Llamado a revolucionar el mundo de la tecnología. Ese dispositivo de 10 pulgadas (25 centímetros) tiene ahora ante sí una tarea de titanes: impulsar el mercado de los libros digitales, hacer de la prensa online un negocio rentable y atraer a las generaciones adultas a las nuevas tecnologías. Se le atribuyen todo tipo de bondades. Se esperan de él milagros. Ha suscitado, en cuatro días, reacciones de devoción y decepciones amargas. Del iPad se espera una revolución.
Durante meses se había hablado incansablemente del advenimiento de la tableta, la nueva creación de Apple que iba a ser capaz de revolucionar el mercado tanto como el iPod revolucionó los reproductores de música o el iPhone la telefonía. Pero la promesa de un dispositivo de esa naturaleza viene de mucho, mucho tiempo atrás.
Hace una década ya se hablaba de una posible tableta de Apple. Antes incluso del nacimiento del iPod, que vio la luz el 23 de octubre de 2001. El diario USA Today publicaba el 25 de julio de 2000: "Apple tendrá que idear un nuevo truco el año que viene para suscitar el interés del consumidor". Y añadía: "La especulación se ha centrado en [...] una tableta del tamaño de un Macintosh".
Hoy, 10 años después, existe, por fin, el iPad. En los pasados meses, diarios y revistas publicaron vaticinios sobre la nueva tableta, llamándola iSlate, iTablet o iSlab. Los blogueros crearon imágenes falsas más o menos parecidas al proyecto real. "Crece el rumor de que Apple pronto desvelará un producto estilo tableta para consumir música, películas, libros y otro contenido media", decía Associated Press en enero.
Rumores. Ilusiones. Filtraciones. Todo llevó al gran momento del miércoles, en que Steve Jobs presentó un ordenador con una pantalla de 10 pulgadas, sin teclado físico ni puertos USB o HDMI, con conectividad exclusivamente inalámbrica, incapaz de ejecutar más de un programa a la vez, no compatible con los gráficos flash, dotado de un disco duro de entre 16 y 64 gigas y un precio de entre 300 a 600 euros.
La mañana de su presentación eclipsó todas las noticias. El consejero delegado de Apple fue el hombre del día: "¿Tenemos lo que se necesita para crear una nueva categoría de productos? El listón está muy alto. Tiene que ser excelente en sus funciones. Creo que tenemos el producto". En sus manos, el artilugio llamado a revolucionar la prensa y los libros. "La tableta de la esperanza", según The Economist.
La cuestión es si Apple ha presentado algo nuevo. Las tabletas existen casi desde que existen los ordenadores. En la película 2001: Odisea del espacio aparecía un prototipo similar al que mostró Jobs. Y precisamente en 2001 Bill Gates presentó otro prototipo de tableta para el que se creó un sistema operativo específico, pensado para convertir la escritura manual en texto digital. Actualmente, fabricantes como Asus, Toshiba o Lenovo fabrican tabletas.
Y aún así la de Apple ha generado todo tipo de reacciones. En su presentación, Jobs logró que le acompañaran representantes de uno de los diarios más prestigiosos del mundo, The New York Times, y de una de las mayores empresas de juegos online, Gameloft. Ha conseguido que, una semana antes del acto del miércoles, Amazon anunciara que abría su lector Kindle a aplicaciones de terceros, para dotarlo de más dinamismo. Y cinco editoriales se han ofrecido a formar parte de la nueva tienda de libros de Apple, iBooks: Hachette, Harper Collins, Macmillan, Penguin y Simon & Schuster.
Apple mueve montañas. Ha revolucionado el sector al presentar algo que ya se había fabricado pero, a la vez, ha logrado que el iPad, con sus particularidades, cree una categoría nueva en sí misma. Esta capacidad emana, en gran parte, de un hombre al que la revista The Economist retrata esta semana como un santo, mostrando a la humanidad la tabla (el iPad) de la ley: Steve Jobs, cofundador de la empresa y ausentado de ella a mediados de los ochenta, el hombre que volvió a tomar sus riendas en 1996 para producir, en serie, el iMac, el iBook, el iPod, el MacBook y el iPhone. Todos ellos, con un denominador común: "Simplicidad, elegancia, facilidad de uso, prestigio, y sensación de integración", explica Geoffrey Long, analista y profesor de nuevas tecnologías en el Massachusetts Institute of Technology. "Se ve a Apple como una marca de lujo, aunque la elevada difusión del iPod y el iPhone la convierten en un lujo que mucha gente se da el gusto de tener. Cuando Jobs sube a un escenario y dice que algo funciona, la gente lo compra".
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