Miércoles, 26 de agosto de 2009Los ingenieros Sara Mitri y Dario Floreano, junto al biólogo evolutivo Laurente Keller, decidieron hacer la prueba con 100 grupos de 10 sencillos robots a los que asignaban la tarea de “buscar comida” en un área controlada bajo una serie de reglas, como encender una luz azul cuando encontraban el “alimento” para avisar a sus compañeros.
Los robots también aprenden a mentir De un robot, creado artificialmente, cabría esperar que siempre diga la verdad. Pero los autómatas también pueden aprender a contar mentiras, según demuestra un nuevo estudio sueco.
Llegar borracho a casa e inventa una serie de excusas podría tener una base evolutiva. Lea:
El cerebro artificial de estos robots estaba formado por 14 “neuronas” con 33 conexiones o “sinapsis”.
Después de 100 vueltas, los robots que habían conseguido más puntos pasaban a la siguiente ronda.
A medida que avanzaban las pruebas, los investigadores comprobaron que aquellos que conseguían más comida mantenían en secreto su ubicación (no encendían la luz). Y lo que es más sorprendente, que a partir de la 50ª generación algunos de ellos mandaban la señal en zonas donde no había alimento, para confundir al resto. “Es evolución y selección natural”, sugieren los autores, que creen que los conflictos de intereses pueden hacer que en la naturaleza se favorezca a individuos que suprimen o tergirversan la información.
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Muy Interesante