Latest Posts:

3 de agosto de 2008

Gran Bretaña: Sabotaje a la papa transgénica

Gran Bretaña: Sabotaje a la papa transgénica

Los adversarios de los 
cultivos transgénicos no tiran la toalla: en Gran Bretaña se vienen dedicando a destruir los campos experimentales de nuevas variedades de vegetales genéticamente modificados. Mediante los sabotajes los activistas pretenden paralizar el proceso legal de aprobación, que exige la realización previa de estudios sobre sus riesgos y beneficios en condiciones controladas. Por lo pronto, han conseguido detener indefinidamente los ensayos con un tipo de patata transgénica.

istockphoto

Desde el año 2000, se han llevado a cabo en el Reino Unido 54 ensayos con tales organismos y casi todos han sido saboteados. La normativa exige que la localización de los sitios en donde tienen lugar los experimentos sea de público conocimiento (entre otras cosas, para garantizar a los agricultores orgánicos que no hay en las proximidades de sus granjas cultivos cuyo polen genere un trasiego indeseado de genes).

El último sabotaje ha afectado a un campo cercano a Tadcaster (North Yorkshire), en donde se cultivaba unapatata diseñada para resistir los ataques del nematodo quístico, una de sus peores plagas (sólo en Gran Bretaña el insecto causa pérdidas de 50 millones de libras anuales). Leo en el Daily Telegraph que el responsable del ensayo, el profesor Howard Atkinson, se niega a continuar con los estudios a menos que se puedan desarrollar en secreto, o que el Gobierno garantice su seguridad.

Los saboteadores, por su parte, cuentan con el aval del fallo de un jurado británico que absolvió a 28 miembros de Greenpeace que en 1999 destruyeron un ensayo de maíz transgénico, argumentando que pretendían evitar la contaminación del entorno.

Los activistas ingleses no son los únicos aficionados a ese tipo de acción directa. En la vecina Francia, el año 2006, el líder de los campesinos altermundistas, Jose Bové, arrasó seis hectáreas de maíz transgénico, aunque en esa ocasión no se trataba de una plantación experimental sino comercial.


El episodio de la patata coincide con un giro del Gobierno laborista de Gordon Brown a favor de las soluciones tecnológicas rápidas ('quick fix', dicen los anglosajones); o sea: frente a la escasez energética, más centrales nucleares; contra el hambre del mundo, más cultivos transgénicos. Atrás ha quedado la ambivalencia hábilmente practicada por su antecesor en el cargo, Tony Blair, quien, aunque no ocultaba sus simpatías por dichas tecnologías, se resistió a apoyarlas por miedo a ver perjudicada su imagen en las encuestas, tan vitales para él.

¿Conseguirán los sabotajes doblegar la voluntad del Gobierno de Brown? Lo dudo: lo más probable será que las autoridades dispondrán fuertes medidas de seguridad, como ya ocurre en el único cultivo experimental de transgénicos en curso, rodeado de alambradas y vigilado las 24 horas del día. Como mucho, se ralentizará el trámite técnico-administrativo, pero no se detendrá por completo.A mí no me convence esa metodología de lucha. Si los ensayos están mal diseñados, debería impugnarse su ciencia defectuosa. No veo cómo la destrucción de experimentos científicos puede reforzar la postura de quienes se oponen a los transgénicos (otra cosa sería si se tratase de pruebas peligrosas, como los ensayos de armas nucleares). Algo parecido ocurre con los atentados a laboratorios ejecutados por defensores de los derechos de los animales, también en Gran Bretaña; tampoco creo que su causa progrese a fuerza de reventar animalarios. Las batallas de ideas se ganan en la arena de la opinión pública, con buenos argumentos y movilizaciones masivas, más que con sabotajes.


Fuente:

Soitu - Medio Ambiente

google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0