Los expertos se muestran sorprendidos ante la rápida llegada de especies colonizadoras a los espacios creados por el deshielo.
MANUEL VALIÑO - Madrid - 24/03/2007
La expedición surge a raíz del colapso de dos grandes masas de hielo (las plataformas Larsen A, en 1995, y Larsen B, en 2002), que ha creado un espacio antes inexistente de más de 5.000 kilómetros cuadrados y que ha permitido acceder a fondos marinos escondidos bajo una gran capa de hielo durante al menos 1.000 años.
El proyecto, el primero español enmarcado dentro del Año Polar Internacional (IPY, en sus siglas en inglés), tiene como objetivo estudiar lo que los científicos denominan acoplamiento bento-pelágico, es decir, la relación entre el ambiente en el fondo del mar (bentos) y las condiciones existentes en la columna de agua justo bajo la capa de hielo y próxima a la superficie (pelagos).
Isla, responsable del proyecto en España, explica que lo encontrado "induce a pensar que las condiciones ambientales son parecidas" en ambas zonas, a pesar del aparente contraste entre una y otra, observable por ejemplo en relación a la temperatura: los fondos marinos, según los investigadores, son sumamente estables -"hace unos 35 millones de años que no ha variado la temperatura cerca del fondo del mar [uno o dos grados bajo cero]"-, mientras que la superficie es "especialmente sensible a cambios en la atmósfera".
"Mucha más vida"
Pero al margen de esa misión principal, los investigadores han descubierto que, tras el desprendimiento de los bloques de hielo, los fondos marinos están ya casi recuperados. Lo que esperaban que llevase cientos de años, se va a completar, según sus predicciones, en pocas décadas. "Nos hemos encontrado con especies colonizando los fondos antárticos de una forma sorprendentemente rápida. Hay mucha más vida de la que esperábamos en tan sólo cuatro años [en 2002 fue cuando cayó el segundo bloque de hielo, el Larsen B]". Se trata de especies colonizadoras, y no invasoras, según afirma Gili, ya que en ese lugar antes de su llegada no había ninguna otra. Los expertos precisan, no obstante, que en cualquier campaña se encuentra al menos una veintena de nuevas especies.
"Estamos ante un experimento natural sobre el efecto del cambio global en los ecosistemas antárticos totalmente inesperado, cuyos resultados podrán ayudar a replantear algunos de los paradigmas sobre el funcionamiento de los ecosistemas polares", explica Isla. Los científicos han observado, además del sorprendente hallazgo, las esperadas grandes extensiones de lecho marino sobre el que el desplazamiento de los icebergs ha dejado un suelo sin evidencia de vida visible.
La aceleración en los procesos de cambio del ecosistema antártico justificaría, en opinión de los expertos, acudir a la zona una vez cada año. Pero las dificultades para que esto ocurra son muy grandes, especialmente las de tipo económico. Sólo en las diez semanas que estuvieron allí, el combustible utilizado, explica Isla, supone un gasto de unos 6 millones de dólares (4,5 millones de euros). Por eso, y a pesar de que tenían previsto volver a finales del próximo año, el equipo ha pospuesto su nueva misión hasta finales de 2009, "coincidiendo con el verano antártico", dice Isla.
En cualquier caso, hasta entonces no les faltará trabajo. Isla espera que las muestras obtenidas ayuden "en el análisis de cómo el cambio climático está presionando ecosistemas especialmente sensibles, así como en el estudio de cómo las plataformas continentales antárticas han cambiado a través de los pulsos glaciares".
Fuente:
El País