Pelear podría haber determinado la evolución de la mano humana, de acuerdo con un nuevo estudio realizado en Estados Unidos.
Los investigadores encontraron que
la estructura del puño da un soporte que incrementa la habilidad de los
nudillos para transmitir la fuerza del puñetazo.
Los detalles fueron publicados en la revista de Biología Experimental (Journal of Experimental Biology).
"Nos preguntamos: ¿se puede golpear más duro con el puño que con la palma extendida?", le dijo a la BBC David Carrier, coautor del estudio.
"Nos sorprendimos porque los primeros puñetazos no tenían más fuerza que las palmadas. En términos del trabajo con el saco de boxeo no había ninguna diferencia realmente", precisó.
"Creo que hay mucha resistencia, tal vez más entre académicos que entre el público en general, hacia la idea de que en alguna medida los humanos son por naturaleza animales agresivos"
Profesor David Carrier
Claro que la superficie que alcanza un puño es más pequeña, por lo que hay más carga en un golpe aplicado con el puño.
"La fuerza por área es más alta en un golpe de puño, y eso es lo que ocasiona daño localizado en los tejidos", explicó Carrier.
"Hay una ventaja de rendimiento en ese sentido. Pero el foco del estudio era si las proporciones de la mano permiten apuntalar o dar apoyo al golpe", señaló.
El equipo encontró que cerrar la mano en un puño la ayuda, al proveerle protección para sus delicados huesos.
Cerrar el puño incrementa cuatro veces la rigidez de la articulación de la segunda falange del metacarpio, o MCP (los nudillos que se hacen visibles cuando la mano está cerrada).
También duplica la habilidad de las falanges proximales (los huesos de los dedos que se articulan con las coyunturas MCP) de transmitir la fuerza del golpe.
Uso dual
En la investigación, los profesores Carrier y Michael H. Morgan de la escuela de Medicina de la Universidad de Utah recuerdan que la mano humana también fue modelada por una necesidad de destrezas manuales.
Pero añaden que otras proporciones de la mano son compatibles con la habilidad para manipular objetos.
"Sin embargo, es posible que sólo haya un conjunto de proporciones que permitan que la mano funcione tanto como mecanismo de manipulación precisa como de garrote para golpear", escriben los investigadores.
"Finalmente, la importancia de la mano en términos evolutivos puede recaer en su increíble habilidad para servir a dos propósitos aparentemente incompatibles, pero intrínsecamente humanos", añaden.
Nuestros parientes más cercanos, los chimpancés y los bonobos, generalmente no forman puños. Los investigadores creen que son incapaces de ello: cuando un chimpancé curva sus dedos, adopta una forma de rosca.
"La pregunta para mí - reflexionó el profesor Carrier - es por qué esto no se discutió hace 30 o 40 años. Hasta donde sé, este asunto no ha sido abordado en la literatura científica".
Interrogado sobre si en el pasado los investigadores pudieron encontrar difícil manejar la idea de que la agresión hubiera jugado un papel en determinar la forma del cuerpo humano, el especialista opina que eso sucede más ahora que en el pasado.
"Creo que hay mucha resistencia, tal vez más entre académicos que entre el público en general, hacia la idea de que en alguna medida los humanos son por naturaleza animales agresivos. De hecho creo que esa actitud, por parte de gente que ha tratado de argumentar que no tenemos una naturaleza (violenta) intrínseca, no nos ha ayudado para nada", indicó.
Para Carrier, estaríamos mejor si "enfrentáramos la realidad de que tenemos estas emociones fuertes y que a veces nos llevan a comportarnos en forma violenta. Creo que si lo reconocemos estaremos en una mejor posición de prevenir la violencia en el futuro".
Fuente:
BBC Ciencia