El país rechazó la petición del laboratorio suizo para patentar una actualización de una medicina; el fallo es visto como una victoria para la industria de los genéricos y de los pacientes de cáncer.
Alejandro Teitelbaum (especial para ARGENPRESS.info)
El propósito de esta norma es impedir una práctica habitual entre las grandes trasnacionales farmacéuticas, que consiste en obtener patentes adicionales por mejoras aparentes en medicamentos que ya existen, extendiendo así el monopolio (y los elevados precios) sin que en cambio el paciente tenga ningún nuevo beneficio terapéutico.
Las compañías fabricantes de genéricos de India, han sido las mayores proveedoras de medicamentos para enfermedades como la leucemia, la tuberculosis y el SIDA, para quienes no pueden pagar los medicamentos patentados por las transnacionales farmacéuticas, mucho más más caros.
La diferencia de precio entre el fármaco genérico y el patentado es fundamental para las personas más pobres en todo el mundo, según Médicos sin Fronteras.
Dicha organización señaló que una terapia mensual con Glivec, conocido como "santo remedio" por los resultados en el tratamiento de formas letales de leucemia, cuesta 4.000 dólares, mientras que la versión genérica se puede comprar en India por 73 dólares.
Las transnacionales farmacéuticas defienden sus enormes beneficios con uñas y dientes, amparándose en las patentes o brevets.
La Organización Mundial de la Salud, que debería desempeñar un papel independiente y decisivo en esta cuestión tan importante, está demasiado comprometida con los grandes laboratorios farmacéuticos, como para creer en su objetividad. Su ex directora, Gro Harlem Bruntland, dijo en Davos el 29 de enero de 2001: "Debemos proteger el derecho de las patentes…La industria ha hecho un esfuerzo admirable para cumplir con sus obligaciones con sus donaciones de medicamentos y sus reducciones de precios". Y su director de gabinete explicaba esa profesión de fe por la necesidad de obtener financiación privada, pues los Estados les proporcionan pocos fondos, y de hacer buena figura ante Estados Unidos, que tiene los "cordones de la bolsa" mundial (Jean-Loup Motchane, Quand l'OMS épouse la cause des firmes pharmaceutiques, en Le Monde Diplomatique, julio 2002, p. 10).
No cabe duda pues, que la presencia de fuertes intereses privados afecta negativamente las políticas en materia de salud pública.
La industria farmacéutica es una de las más rentables, sino la más rentable de todas las industrias.
Según la revista Fortune de abril de 2003, entre las 500 empresas industriales estadounidenses más grandes, las de la industria farmacéutica aventajan de lejos a las demás en tres criterios de beneficios: 14,5% sobre el capital, o sea 6 veces la media de las 500 empresas, 17 % de beneficio neto sobre el volumen de negocios, esto es 5,5 veces la media de las 500 empresas y el beneficio de las acciones alcanza el 27,6%, 3 veces más que la media de las empresas citadas por Fortune (1). Además la industria farmacéutica tiene otras ventajas financieras: en Estados Unidos, sede de varias de las mayores transnacionales farmacéuticas, los gastos en investigación y en marketing se deducen de los impuestos. El impuesto sobre las ganancias en la industria farmacéutica ha sido del 16,3% en tanto que la media de dicho impuesto para las otras industrias ha sido 27,3% (Boston Globe, 23 de diciembre de 1999).
Las diez empresas farmacéuticas transnacionales más grandes del mundo vendieron en 2005 por 295 mil millones de dólares y tuvieron en ese año un beneficio de 58 mil millones. En el decenio 1996-2005 la tasa de rendimiento medio de esas empresas sobre el capital invertido -deducidos los impuestos- fue del 29%. En el mismo período invirtieron 288 mil millones en la investigación, 739 mil millones en marketing y administración y sus accionistas recibieron 317 mil millones de dólares. Es decir que en investigación se invirtió 2,6 veces menos que en marketing y administración y los dividendos percibidos por los accionistas fueron superiores a la inversión en investigación (2).
El diario francés Le Monde del 31 de marzo de 2005 indicaba que Pfizer, tiene 38.000 visitadores médicos en tres continentes y que en 2004 había gastado 16,9 mil millones de dólares en marketing, dos veces más que en investigación.
El objetivo de Novartis iba más allá de hacer reconocer el brevet de Glivec. Su propósito era deslegitimar la norma existente en la ley de patentes de India que establece que las patentes solo pueden concederse para medicamentos que sean realmente innovadores.
Pese al escándalo internacional que provocó el juicio de 39 transnacionales farmacéuticas contra el Gobierno de Sudáfrica por permitir la fabricación de medicamentos contra el SIDA a bajo precio, la transnacional farmacéutica Novartis se aventuró en un litigio similar contra la India en agosto de 2006, atacando la legislación de dicho país en materia de patentes ante un tribunal hindú, a fin de defender su monopolio sobre un medicamento contra la leucemia, el Glivec, cuya patente fue rechazada por la administración india por no considerarlo novedoso según los términos establecidos en la Ley de Patentes. La demanda de Novartis fue rechazada en sucesivas instancias de los tribunales hindúes y finalmente, a fines de marzo de este año, el Tribunal Supremo de la India rechazó definitivamente las pretensiones de Novartis.
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