Jueves, 22 de octubre de 2009
Sexo fácil: Animales hermafroditas
Por Antonio Jiménez
Las babosas de tierra parecen el prototipo de animal vulgar, insignificante y deleznable. Pero ocultan un secreto. Tal vez sean los animales que realizan el acto sexual de un modo más espectacular.
Algunas especies de estos animales hermafroditas, en especial los grandes limacos, han desarrollado unos modos de copular muy extraños y complicados. Tras una larga persecución, los dos individuos suben a un árbol o pared rocosa, donde se lamen y enganchan mutuamente, y posteriormente se abrazan en una hélice cada vez más retorcida. Segregan un mucus pegajoso que los sostiene. Los penes, que, completamente estirados, en algunas especies pueden ser casi ocho veces mayores que la longitud del cuerpo, se buscan en el aire y se enrollan en espiral a partir de las puntas. El abrazo se hace cada vez más estrecho, hasta quedar juntos los dos orificios genitales. Conforme descienden las masas de esperma, se alargan los penes sin cesar. Las masas espermáticas llegan hasta la punta, se fijan al pene del otro y son recogidas al acortarse los penes, para ser depositadas en el orificio femenino de cada individuo.
Los animales hermafroditas son aquellos en que cada individuo produce tanto gametos masculinos como femeninos. A veces, testículos y ovarios están separados, pero otras veces, los gametos se producen en una glándula única llamada ovotestis. En este artículo nos referimos específicamente a los hermafroditas simultáneos y hablaremos en otro de los animales que cambian de sexo en el transcurso de su vida, los hermafroditas secuenciales. La mayoría de los hermafroditas simultáneos son no funcionales, lo que quiere decir que a pesar de tener los 2 sexos, el individuo necesita de otro para fecundar sus gametos, funcionando como macho y hembra alternadamente.
Así pues, la fecundación casi siempre es cruzada. Así se consigue una mayor diversidad genética, que es una de las ventajas clave de la reproducción sexual. Existen varios mecanismos que dificultan la autofecundación, como la maduración en distintas épocas de los gametos femeninos y masculinos o la presencia en los gametos de sustancias químicas repelentes sólo para los gametos del otro sexo procedentes del mismo individuo. Sólo en condiciones especiales, en que los individuos se encuentran aislados, se produce la autofecundación. Es el caso por ejemplo, de algunos parásitos, como la tenia o solitaria, que no puede encontrar a ningún compañero en el interior del aparato digestivo.
El hermafroditismo simultáneo aparece en varios grupos animales: corales (que sueltan al exterior gametos ya fecundados), gusanos planos (como la tenia), anélidos (como la lombriz de tierra), caracoles, algunos camarones, ascidias (el grupo más antiguo del filo al que pertenece el ser humano, el de los cordados) y en algunos peces.
El hermafroditismo aparece en algunos grupos muy antiguos (como corales, gusanos planos o anélidos), pero también en otros grupos muy recientes, como los peces. ¿Cómo puede explicarse este hecho? El hermafroditismo presenta las ventajas de la reproducción sexual y pocos de sus inconvenientes. Cuando encuentras a un individuo de tu especie, es casi seguro que podrás aparearte con él, lo que significa un gran ahorro de tiempo y energía en la búsqueda. Además, se evitan muchos de los inconvenientes de “la guerra de los sexos”, la contraposición de intereses que hace que machos y hembras se enfrenten en muchos terrenos. La cruel competencia entre machos por las hembras (o entre hembras por los machos, en algunos grupos) en los individuos con sexos separados también se elimina. La gran desventaja del hermafroditismo es que, al no existir la división del trabajo de los individuos de distintos sexos y su consiguiente especialización, no se logra una eficiencia tan alta en las tareas reproductivas.
Además, el hermafroditismo es una estrategia inestable comparada con la diferenciación sexual. Imaginemos que en una población de hermafroditas surge por mutación un individuo capaz de actuar más tiempo como macho que sus congéneres. Este individuo puede fecundar a más congéneres suyos con su esperma, con lo que producirá más descendientes, que a su vez tendrán mayor número de descendientes que la media. Así la población tiende a evolucionar hacia la unisexualidad. Por ello, en parte, ésta predomina en la mayoría de los grupos animales.
En muchos casos, el hermafroditismo ha evolucionado tardíamente a partir de especies con los sexos separados. El hermafroditismo es la estrategia ideal para los animales que tienen dificultades para encontrar pareja para la reproducción, bien sea porque la densidad de población sea baja, por vivir aislados en galerías, vivir inmóviles o presentar movimientos lentos. También los animales parásitos, al estar encerrados en un cuerpo, tienen a veces dificultades para encontrar pareja y recurren al hermafroditismo.
Un curioso ejemplo de probable evolución en curso hacia el hermafroditismo (o algo parecido) es el de los peces cerátidos que viven a grandes profundidades en el mar. En este medio, los recursos son escasos, la densidad de las poblaciones es baja y reina una total oscuridad que dificulta el encuentro de machos y hembras. La mayoría de estos peces presentan un dimorfismo sexual muy acusado: la hembra es muchísimo mayor que el macho. Los enanos machos son de 15 a 30 veces más numerosos que las hembras. Cuando un macho encuentra a una hembra, se fija firmemente a ella con sus dientes y vive como un parásito de ella. Su función se ha reducido a ser un saco de esperma, listo para ser liberado cuando la hembra desove. Puede que con el tiempo, estos machos ni siquiera tengan una etapa de vida libre, que degeneren la mayoría de sus órganos y se conviertan en las gónadas masculinas de un pez hermafrodita. Otro caso de falso hermafroditismo, más avanzado aún, es el de unos caracoles parásitos de equinodermos. La hembra alberga en su interior un minúsculo macho parásito, lo que la libera de los quebraderos de cabeza de salir de su cómodo albergue para encontrar uno.
Fuente:
Mundo Biologia