El sendero es estrecho, el
viento golpea fuerte y la altura subordina el equilibrio. Sobre lo alto
de estos cerros de la costa central de Perú, a solo dos horas de Lima,
se construyó uno de los tramos más complejos del Qhapaq Ñan, o Camino
Real Inca.
Los 230 kilómetros de este sector que une Lima
con los Andes centrales representan apenas una pequeña parte de los
50.000 kilómetros de toda la red vial inca, que esta semana fue
declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.La ruta que parte de la costa central y se eleva hasta la cordillera es una de las menos conocidas en Perú y constituye uno de los mejores ejemplos del dominio inca sobre la geografía.
En sus curvas hay que caminar despacio y no mirar abajo.
Camino en peligro
Arriba apenas se escucha el rumor del río Lurín, que se abre paso a un costado del pueblo más cercano, Nieve Nieve. Pero la quietud que nos da la altura se quiebra abajo, donde el paisaje resume las principales amenazas que enfrenta el Camino Inca en Perú: el desordenado crecimiento urbano y el avance de los cultivos agrícolas.Con el tiempo varios tramos se han vuelto más angostos por el desuso, la destrucción y la falta de mantenimiento.
Pero hay algo que el tiempo no ha quebrantado del todo: las sólidas estructuras de piedra que sirven de base al camino y desafían sus pendientes.
Las autoridades del Ministerio de Cultura de Perú aseguran que con la reciente declaratoria de la Unesco se impulsará la protección de varios tramos de la ruta, incluyendo ésta.
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BBC Ciencia