La ropa de lana es propensa a este fenómeno porque el pelo animal está hecho de escamas de queratina que están superpuestas como las tejas de un techo.
Cuando un suéter o jersey se calienta y se moja, las fibras se estrujan y el patrón de las escamas queda ajustado en una dirección, así que los hilos individuales de lana se tensan.
Otras telas se encojen porque, durante su producción, las fibras se estiran en los telares y esa tensión queda fija en la prenda final, hasta que se lava por primera vez.
Con el calor y el agua, las fibras se relajan y, al secarse, regresan a su longitud que tenían antes de que fueran transformadas en prendas de vestir.
Fuente:
BBC Ciencia