El 28 de agosto de 1963, Martin Luther King, tras una marcha multitudinaria y pacífica que concentró a 250.000 personas en la capital estadounidense, pronunció su discurso "I have a dream" (Yo tengo un sueño) en las escalinatas del monumento a Abraham Lincoln. En él expresaba sus anhelos de igualdad de derechos en Estados Unidos
y el deseo de acabar con la discriminación por el color de la piel.
"América ha dado al pueblo negro un cheque que ha sido devuelto con la
marca 'sin fondos'", lamentaba Luther King en su disertación. "Pero nos
negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos
negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas
bancarias de las oportunidades de esta nación", añadía con esperanza de
futuro.
Tenía como modelo el discurso de Gettysburg de
Lincoln. Pero lo que había redactado con su abogado y escritor de
discursos Clarence Jones al final no coincidió con las palabras
pronunciadas, según declaraba hace poco Jones en una entrevista con la
agencia Reuters. King había hablado previamente sobre tener un sueño
para sus hijos y para Estados Unidos, pero la frase nunca caló realmente
en la audiencia y la idea fue descartada para el texto del discurso de
ese día. Sin embargo, en el último momento, King decidió ser espontáneo e inició varias frases con la expresión "Tengo un sueño...".
Entre ellas esta: "Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día
en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino
por su carácter."
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