Es notable lo que ha ocurrido en
Londres durante la primera década del nuevo milenio. La cantidad de
residentes británicos de raza blanca disminuyó en 620.000, equivalente a
la población total de Glasgow.
¿A dónde se han ido y por qué?
Al analizar la información del censo, emerge una historia mucho más positiva de lo que algunos titulares harían creer.
Esta mudanza suele ser caracterizada como el vuelo blanco: la población autóctona forzada a dejar sus vecindarios por los inmigrantes extranjeros. Puede ser parte de la historia, pero creo que la evidencia sugiere también la aspiración y el éxito económico de la clase trabajadora.
Nunca es fácil rastrear a los migrantes internos. Que la población de un lugar caiga y la de otro suba no significa que los residentes se hayan mudado. Pero algunas pistas apuntan a dónde migraron los británicos blancos de Londres entre los censos de 2001 y 2011.
Mientras que ese segmento de la población de la capital cayó en 620.000, en el resto de Inglaterra y Gales aumentó en 220.000. El descenso de 400.000 se explica por una baja tasa de natalidad y la emigración.
Estos mapas muestran el cambio de la población británica blanca en municipios de Inglaterra y Gales entre 2001 y 2011.
La dramática disminución de residentes británicos blancos de Londres está representada en amarillo y anaranjado. Fuera de la capital, el azul dominante refleja la historia de una creciente población británica blanca, muy pronunciada en algunos lugares.
Los doce municipios con el mayor incremento de población británica blanca están casi todos en el este de Inglaterra.
Parecería que en la primera década del siglo XXI el sueño de escapar al campo se hizo realidad para decenas de miles de británicos blancos urbanos. ¿Pero se fueron voluntariamente o se vieron forzados a hacerlo?
Para averiguarlo, estuve en Barking y Dagenham, un municipio londinense que ha visto un cambio fenomenal en su composición cultural estos años. En 2001, el censo indica que más de 80% de los residentes eran británicos blancos. Para 2011, eran una minoría estadística: sólo 49% se describían como blancos y británicos.
La de Barking y Dagenham es la historia de los EastEnders blancos de clase trabajadora. En las décadas de 1920 y 1930, decenas de miles de familias fueron trasladadas de los tugurios del centro urbano a los grandes repartos de viviendas públicas construidas en el municipio.
Las 27.000 casas del vecindario de Becontree fueron descritas como hogares de héroes, frecuentemente asignadas a las familias de los combatientes de la Primera Guerra Mundial. Otra oleada de cockneys se instaló allí, huyendo de los bombardeos alemanes al East End.
Este fue un gran paso para muchas familias. Sus nuevos hogares tenían baño adentro y un pequeño jardín. Cuando Ford inauguró su gigantesca planta en Dagenham en 1931, miles de empleos brindaron ingresos seguros en medio de una profunda depresión económica.
Aunque la población de Barking y Dagenham declinó ligeramente en las décadas de 1960 y 1970, volvió a aumentar al terminar el Siglo XX. Muchas familias aprovecharon el derecho a comprar su vivienda social a 30% de su valor en el mercado; al menos dos tercios del vecindario de Becontree se vendió al sector privado.
En 2000, el municipio era uno de los pocos del gran Londres donde se podía comprar una casa de tres dormitorios por menos de US$153.000. El boyante mercado inmobiliario de la capital implicaba que quienes subieran un escalón verían su casa convertida en una valiosa inversión durante los primeros diez años del milenio.
Para muchos hogares británicos, el siglo XXI los dejó sin empleo, pero con un considerable capital en sus casas. Algunos se beneficiaron de indemnizaciones ofrecidas por Ford. Fue una señal para las familias que salieron del East End de volver a mudarse.
Un análisis más detallado de Londres revela cuántos vecindarios de los municipios exteriores han visto caer significativamente su población británica blanca: Newham, Brent, Haringey, Enfield, Ealing, Hounslow, Merton y Lewisham forman casi un anillo alrededor de la capital. Sólo los opulentos municipios de Richmond y Kingston a la orilla del río en el oeste impiden que se cierre el anillo anaranjado.
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BBC Ciencia