El mismo estudio muestra que los deseos que sentimos los seres humanos con más intensidad son los que afectan a la necesidad de dormir y al sexo. Y el tabaco y el alcohol, a pesar de ser adictivos, nos generan un deseo mucho más débil.
En cuanto a los más problemáticos, sorprendentemente para los investigadores fueron el sueño y el ocio, o lo que es lo mismo, la lucha entre “la inclinación natural a descansar y a relajarse y la tensión permanente que generan el trabajo y las obligaciones de la vida cotidiana”, aclara Wilhelm Hofmann, coautor del estudio que publicaba la revista Psychological Science.
El equilibrio entre el deseo y las tentaciones y el autocontrol es especialmente difícil cuando flaquea la fuerza de voluntad. En esos momentos, es como si “todo en la vida aumentara de volumen”, dice Roy Baumeister, coautor del estudio. Es decir, las cosas que nos tientan destacan más cuando nos falta voluntad. Además, cuanto más frecuente y reciente sea la resistencia que ha puesto una persona para vencer un deseo, menos éxito tendrá para resistir cualquier otro posterior.
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