Planta eólica 'offshore'. | London Array Limited
- Generará energía suficiente para el 25% de los hogares de la capital británica
- La primera fase de London Array se inaugura a finales de año
- La pujanza de la eólica en las costas contrasta con el parón en tierra
La embocadura del Támesis siempre fue propicia para los fuertes
vientos. Allí se construyó hace cuatro años la granja eólica 'offshore'
Thamet, que ostentó durante un tiempo el título de la mayor del mundo. Y
en esto llega la London Array, tres veces más grande, con 341 turbinas y
una potencia de 1.000 megavatios, capaz de abastecer el 25% de los
hogares de Londres.
La primera fase de London Array estará operativa a finales de año. Gran Bretaña confirmará en ese momento el primado mundial de la eólica 'offshore', por delante de Alemana, China y Dinamarca. El auge de las turbinas en la costas británicas contrasta sin embargo con el parón que se ha producido en tierra, donde se enfrentan a una férrea oposición por motivos 'paisajísticos', auspiciada hasta hace poco por el propio Príncipe Carlos.
La 'ventaja' de London Array es que las turbinas están a más de 20 kilómetros y ni siquiera se ven desde tierra, aunque ocupan una 'mancha' de 230 kilómetros cuadrados. El proyecto puso un especial énfasis en la evaluación del impacto ambiental en las aves migratorias y en la fauna marina. Las principales resistencias locales las han planteado los pescadores, pero el proceso de construcción ha discurrido como una 'balsa', en contraste con las protestas generadas por la eólica 'offshore' en lugares como España.
La retirada repentina de Shell fue cubierta sin embargo por el resto de los socios extranjeros (Dong, Masdar y Siemens) y por la subsidiria E.ON UK. El Gobierno británico dio el último impulso con el paquete 'extra' 700 millones de euros de apoyo a las renovables, antes de la marcha atrás iniciada en el 2010.
Con algunos meses de retraso -la idea original era inaugurar London Array para los Juegos Olímpicos-, la construcción de la primera fase ha entrado ya en el tramo final, con la mayoría de las primeras 175 turbinas en posición de espera.
"Nunca creí que acabaría trabajando en renovables, pero me cayó esa responsabilidad", admite al Daily Telegraph el gerente de London Array, Stephen Reynolds, abriéndose paso ente la neblina. Reynolds estaba especializado en pozos petrolíferos marinos, hasta que dio el salto a las energías limpias con la granja 'offshore' Thanet, 14 kilómetros hacia el sur.
Un centenar de operarios se desplazan todos los días en barco para completar la construcción, que ha sido posible gracias a un buque especial, el MPI Adventure, capaz de instalarse sobre el lecho marino y levantarse por encima de las olas como si fuera una plataforma, gracias a seis 'piernas hidráulicas' capaces de levantar su casco.
La construcción de las turbinas se realiza en tres fases: primero se clavan en el fondo la columnas cilíndricas, sobre las que van luego instaladas las piezas de transición. Una vez estabilizados los 'cimientos', al cabo de una semana, otro barco transporta e instala las torres metálicas de 90 metros de altura, acopla las palas y completa el cableado.
Sin apenas ruido, en todo caso un zumbido de fondo, London Array se dispone a entrar en la historia de las renovables en apenas tres meses y a relanzar a Gran Bretaña en momentos de gran incertidumbre para las energías limpias. El avance en el eólica 'offshore' contrasta con las resistencias feroces a las turbinas en tierra.
Por potencia total instalada en energía eólica, Gran Bretaña ocupa el octavo lugar en el mundo con 6,5 gigavatios, muy lejos de Alemania (29) y España (21). El viento, hoy por hoy, no supone aún más que el 4% de la tarta energética.
Fuente:
El Mundo Ciencia
La primera fase de London Array estará operativa a finales de año. Gran Bretaña confirmará en ese momento el primado mundial de la eólica 'offshore', por delante de Alemana, China y Dinamarca. El auge de las turbinas en la costas británicas contrasta sin embargo con el parón que se ha producido en tierra, donde se enfrentan a una férrea oposición por motivos 'paisajísticos', auspiciada hasta hace poco por el propio Príncipe Carlos.
La 'ventaja' de London Array es que las turbinas están a más de 20 kilómetros y ni siquiera se ven desde tierra, aunque ocupan una 'mancha' de 230 kilómetros cuadrados. El proyecto puso un especial énfasis en la evaluación del impacto ambiental en las aves migratorias y en la fauna marina. Las principales resistencias locales las han planteado los pescadores, pero el proceso de construcción ha discurrido como una 'balsa', en contraste con las protestas generadas por la eólica 'offshore' en lugares como España.
Obstáculos
Los principales obstáculos han sido si acaso los económicos. Con una inversión total estimada en 3.000 millones de libras (unos 3.700 millones de euros), la crisis estuvo a punto de dejar el proyecto en el alero.La retirada repentina de Shell fue cubierta sin embargo por el resto de los socios extranjeros (Dong, Masdar y Siemens) y por la subsidiria E.ON UK. El Gobierno británico dio el último impulso con el paquete 'extra' 700 millones de euros de apoyo a las renovables, antes de la marcha atrás iniciada en el 2010.
Con algunos meses de retraso -la idea original era inaugurar London Array para los Juegos Olímpicos-, la construcción de la primera fase ha entrado ya en el tramo final, con la mayoría de las primeras 175 turbinas en posición de espera.
"Nunca creí que acabaría trabajando en renovables, pero me cayó esa responsabilidad", admite al Daily Telegraph el gerente de London Array, Stephen Reynolds, abriéndose paso ente la neblina. Reynolds estaba especializado en pozos petrolíferos marinos, hasta que dio el salto a las energías limpias con la granja 'offshore' Thanet, 14 kilómetros hacia el sur.
Un centenar de operarios se desplazan todos los días en barco para completar la construcción, que ha sido posible gracias a un buque especial, el MPI Adventure, capaz de instalarse sobre el lecho marino y levantarse por encima de las olas como si fuera una plataforma, gracias a seis 'piernas hidráulicas' capaces de levantar su casco.
La construcción de las turbinas se realiza en tres fases: primero se clavan en el fondo la columnas cilíndricas, sobre las que van luego instaladas las piezas de transición. Una vez estabilizados los 'cimientos', al cabo de una semana, otro barco transporta e instala las torres metálicas de 90 metros de altura, acopla las palas y completa el cableado.
Sin apenas ruido, en todo caso un zumbido de fondo, London Array se dispone a entrar en la historia de las renovables en apenas tres meses y a relanzar a Gran Bretaña en momentos de gran incertidumbre para las energías limpias. El avance en el eólica 'offshore' contrasta con las resistencias feroces a las turbinas en tierra.
Por potencia total instalada en energía eólica, Gran Bretaña ocupa el octavo lugar en el mundo con 6,5 gigavatios, muy lejos de Alemania (29) y España (21). El viento, hoy por hoy, no supone aún más que el 4% de la tarta energética.
Fuente:
El Mundo Ciencia