Entrenan en alta montaña, a elevada altitud, para mejorar su rendimiento físico.
¿Y cómo mejora su rendimiento la altitud?
La altitud, por sí sola, obliga a nuestro organismo a realizar unos
cambios adaptativos. Pero con un adecuado entrenamiento, estos cambios
pueden mantenerse y favorecer el rendimiento deportivo.
El cuerpo humano tiene su punto óptimo de funcionamiento a nivel del
mar, donde la presión equivale a 1 atmósfera y la concentración de
oxígeno en el aire es de un 20,9%. En un individuo sano se satura de
oxígeno la hemoglobina de los glóbulos rojos.
Pero la presión atmosférica decrece exponencialmente con la altitud y
la cantidad de oxígeno que somos capaces de capturar con una
inspiración también decrece.Esta falta de oxígeno crea problemas al
cuerpo, que modifica su comportamiento para adaptarse.
Cuando esta falta disminución de oxígeno es detectada, el cuerpo
segrega una hormona, la eritropoyetina —también llamada EPO— que
estimula la formación de glóbulos rojos en la médula ósea. Con este
mayor número de glóbulos rojos el organismo logra capturar la misma
cantidad de oxígeno.
Tras una o dos semanas de entrenamiento, el cuerpo ya ha asimilado el
esfuerzo muscular a las nuevas condiciones de oxigenación. Entonces…
¿qué pasa si volvemos a nivel del mar?
Pues que al regresar a una zona en la que respiramos más oxígeno,
contando ahora con mayor número de glóbulos rojos, los tejidos
musculares reciben un mayor aporte de oxígeno que los hace más
resistentes rápidos y fuertes.
Claro que el organismo se adapta de nuevo a la anterior situación,
pero se pueden contar con un par de semanas en las que el efecto montaña
se mantiene.
Nota sabionda: Si se sigue subiendo, a mayores
alturas se pueden presentar problemas por insuficiencia de oxígeno. Los
alpinistas denominan “zona de la muerte” a la región ubicada sobre los
8000 m en la que ningún cuerpo humano puede aclimatarse.
Fuente: