Durante años la industria petrolera ha tratado de venderse como un sector preocupado con el medio ambiente, esforzándose en desarrollar energías renovables y en aplicarse el término "verde".
Pero la imagen de estas compañías no ha corrido con mucha suerte últimamente. El desastre de la plataforma marina de BritishPetroleum (BP) en el Golfo de México, en 2010, o la demanda en Ecuador contra Chevron por la contaminación de la Amazonía son casos recientes en los que dos grandes petroleras se vieron involucradas.
Ahora, un proyecto de ley en la Unión Europea pretende declarar el crudo extraído de bítumenes en Canadá como un proceso extremadamente contaminante.
Ante esta calificación, algunos se preguntan si la industria petrolera y la protección del medioambiente son compatibles y si la situación actual -marcada por la crisis económica- cambió la tendencia de este sector en las cuestiones "verdes".
A pesar de que las compañías aseguran estar invirtiendo en nuevas tecnologías y prácticas para "limpiar" sus procesos de explotación petrolífera, la nueva realidad económica mundial y los crecientes precios del crudo podrían estar alejándola de ese rótulo "verde" que anteriormente buscó con tanto ahínco.
Algunas organizaciones de defensa del medio ambiente sostienen que, en muchas ocasiones, ese rótulo solo era una fachada y que ahora a las compañías de hidrocarburos ya no les importa presentarse como "verdes" sino como impulsores de la economía.
Consciencia
Hace unos años se elevó la consciencia de lo que significaba ser ambientalmente responsable. Con el documental del exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore sobre el cambio climático y luego con el espectacular desastre de la plataforma de BP Deepwater Horizon, el público empezó a percibir las posibles consecuencias de la dependencia de los hidrocarburos para la producción de energía.
Hubo varios esfuerzos por limpiar esa imagen. BP, por ejemplo, empezó a definir sus iniciales no como BritishPetroleum sino como Beyond Petroleum (Más allá del petróleo) invirtiendo en biocombustibles y energía solar y eólica. Inclusive cambiaron su logotipo al de un girasol verde.
Shell, otro gigante de la industria también trató de expandir su portafolio con energías alternativas. Los comerciales de varias petroleras incluían escenas de bosques, campos abiertos, aguas cristalinas que decían "limpio" por todas partes.
El Instituto Estadounidense de Petróleo (API, por sus siglas en inglés) una organización que reúne a las principales empresas petroleras del mundo, expresa que la industria está tomando cada vez mejor cuidado del medio ambiente mediante controles rigurosos y innovaciones tecnológicas.
"Continuamos trabajando cada día para mejorar nuestro desempeño para que podamos disfrutar de los beneficios que el petróleo y el gas natural traen a nuestras vidas, mientras lo hacemos de una manera que protege nuestra Tierra", afirma en un comunicado.
El API publica además una lista de "principios ambientales" que, dice el instituto, desarrollaron para guiar a sus empleados en la búsqueda de mejores prácticas. Estos incluyen, entre otras, recomendaciones sobre el manejo de los productos y sus desechos, medidas de protección pública y ambiental, cooperación con gobiernos y otras entidades para elaborar leyes y estándares, así como promover la reducción de emisiones contaminantes.
Según un documento sobre la inversión ambiental del API, la industria de hidrocarburos estadounidense ha invertido US$209.000 millones desde 1990 hacia el mejor rendimiento ambiental de sus productos, instalaciones y operaciones.
"US$682 por cada hombre, mujer y niño en Estados Unidos", asegura.
Barniz verde
La proyección de una imagen "verde" puede ser muy beneficiosa para las empresas. Estar asociado con la responsabilidad ambiental incrementa las ventas del producto. Pero no todos están convencidos.
"La industria petrolera quisiera que creyéramos que se están volviendo más cuidadosos y limpios", comenta KertDavies, director de investigaciones de la ONGGreenpeace. "Pero, al fin de cuentas, esa industria es inherentemente contaminante, no puede dejar de serlo si sigue quemando productos cuyos gases salen a la atmósfera".
A pesar de que Greenpeace aboga por la desaparición paulatina de la quema de combustibles fósiles para producir energía, su portavoz resalta que hay un valor -tanto para el productor como para el consumidor- si se practican políticas ambientales mediante más inversión de los enormes dividendos que registran las empresas petroleras.
Sin embargo, Davies señala que lo que ha sucedido no es necesariamente que las empresas se hayan vuelto más verdes, sino que se han echado un "barniz verde" para aparentar serlo.
"En muchos lugares hay un enjuague de verde que no tiene nada que lo respalde. Vemos publicidad verde sin que no haya nada de eso", manifestó a BBC Mundo.
El activista ambiental añade que la industria petrolera ha bloqueado en varias ocasiones y con mucha presión los esfuerzos de varias organizaciones sin ánimo de lucro que buscan poner un estándar de lo que es un producto verde.
"Bajo esos estándares, los bitúmenes de Canada recibirían una calificación menor por ser tan contaminantes, pero la industria del petróleo no quiere eso", resaltó. "No quieren enfrentar la verdad y no quieren que los consumidores lo hagan".
La consciencia verde entre el público y las empresas multinacionales va y viene dependiendo de la época. Kert Davies comenta que la presente situación económica mundial, así como el constante aumento en el precio de los combustibles está disminuyendo el interés en la protección ambiental de manera alarmante.
"En estos momentos Shell está a punto de perforar en uno de los ecosistemas más sensibles del mundo, frente cumbres norteñas de Alaska, este verano", asegura, "en aguas heladas. Y eso es muy arriesgado pues va a resultar en un derrame. No hay duda".
"Tememos el completo fracaso de los dispositivos de seguridad de la industria y del gobierno, así que no importa lo que hagan, es un negocio muy peligroso, y eso lo reconocen las mismas empresas. Tiene riesgos inherentes que no pueden evitarse".
Lo más alarmante para Davies es que se ha llegado a un punto en que "a las petroleras ya no les importa mucho tener la imagen de empresas verdes. En el actual ambiente financiero prefieren lanzarse como creadores de empleo, como el motor de la economía"
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