Desde que en el año 1943 Jacques-Yves Cousteau utilizó por primera vez la escafandra autónoma para aventurarse por los fondos marinos de la Rivera francesa, tanto los científicos como los buceadores han ido descubriendo las maravillas submarinas hasta entonces fuera de su alcance. Entre las miles de fascinantes criaturas que habitan en el mar destacan por sus exóticas formas, su belleza y sus increíbles colores los nudibranquios, conocidos como babosas marinas o también, y debido a su ondulante forma de nadar, como mariposas marinas. Son considerados como uno de los animales más hermosos que habitan en el mar y al moverse lentamente son muy populares entre los fotógrafos submarinos. Precisamente han sido los fotógrafos los responsables de la merecida fama que sustentan estos animales entre los submarinistas y naturalistas marinos.
Los nudibranquios son invertebrados que se engloban dentro de los moluscos, grupo al que también pertenecen animales tan dispares como los mejillones, lapas, caracoles terrestres, pulpos o sepias. Comprenden unas 75000 especies vivas y tienen un registro fósil de más de 600 millones de años. Dentro de éstos están los Gasterópodos, donde se engloban a los caracoles, las babosas terrestres y las marinas. Su principal característica es que durante su evolución sufrieron un giro de 180º en el sentido contrario al de las agujas del reloj, seguramente debido a la adaptación a la concha, que solo posee una abertura, por lo que el cuerpo del animal tuvo que girar para que el ano, los poros genitales y las branquias también estuvieran en esa abertura. Las babosas de mar comprenden una subclase denominada Opistobranquios, que van perdiendo la concha y han ido sufriendo una detorsión. Los nudibranquios, con más de 3000 especies vivas descritas por todo el planeta, se caracterizan por carecer totalmente de concha y por poseer las branquias completamente desnudas y estructuras respiratorias secundarias denominadas ceras o ceratos. Al carecer de concha su presencia ha pasado muy desapercibida a lo largo de la historia de la ciencia, tanto que Linné en 1767 en su doceava edición de “Sistema Naturae” solo describía siete especies. No fue hasta 1817 que Cuvier describió nueve géneros y estableció el grupo con el nombre de nudibranquios. La base sistemática moderna para este grupo fue creada por los ingleses Alder y Hancock a finales del siglo XIX. Pero solo en los últimos treinta años, y gracias al desarrollo de las técnicas submarinas, se ha empezado a estudiar seriamente a este fascinante grupo de animales.
Anatomía
Los nudibranquios son animales marinos muy pequeños, de 3 mm a 15 cm aunque algunas especies pueden alcanzar los 30 cm. De formas muy variadas, generalmente alargada y simétrica, su vida es muy efímera ya que normalmente solo viven un año, aunque algunas especies más evolucionadas pueden vivir hasta 3 años. Son bentónicos, viviendo sobre todo tipo de fondos, pudiéndose encontrar en todas los mares del planeta, desde la Antartida hasta los trópicos, incluso en nuestras costas se pueden encontrar más de 50 especies. Se diferencian dos grupos principales, los doriaceos, que presentan solamente dos estructuras en su dorso, los rinóforos y las branquias desnudas, y los aeolidáceos, que además de los rinóforos, presentan el dorso cubierto por gran cantidad de apéndices denominados ceras. La cabeza, pequeña, se encuentra en la parte delantera del cuerpo. Posee unos ojos muy pequeños que solo captan los cambios entre la luz y la oscuridad. La boca, en la parte ventral de la cabeza, se caracteriza por la presencia de la rádula, estructura típica de los gasterópodos en forma cinta con gran cantidad de dientes que se desplaza sobre los alimentos raspándolos. Pero lo más característico de estos animales es la presencia de dos tentáculos en su cabeza, los rinóforos, estructuras olfativas que pueden retraer al sentirse en peligro. Los doriaceos poseen branquias desnudas en forma de plumas alrededor del ano, que son estructuras muy irrigadas que sirven para el intercambio gaseoso. Los aelidáceos carecen de branquias pero han desarrollado otras estructuras denominadas ceras o ceratas, que en realidad son extensiones de su sistema digestivo en forma de saco con liquido en su interior, con una doble función, respiratoria y defensiva.
La mayoría de los opostobranquios son carnívoros, alimentándose de cnidarios (anémonas, corales e hidrozoos), esponjas, briozoos, tunicados, ascidias y a veces de algas e incluso de otros nudibranquios. Son muy selectivos pudiendo alimentarse de una sola presa, sobre la que incluso habitan en muchos casos. Su capacidad de digerir sus presas, que muchas veces son tóxicas, e incluso de utilizar estas sustancias tóxicas para su propia defensa les ha permitido alimentarse de ellas evitando la competencia de otros depredadores que morirían debido a esas activas defensas. Pero a su vez los nudibranquios tienen predadores, aunque no muchos debido a sus eficaces sistemas defensivos. Entre sus enemigos destacan las arañas de mar y algunos cangrejos y peces. También pueden se parasitados por copépodos.
Son hermafroditas simultáneos, es decir, poseen órganos masculinos y femeninos funcionales a la vez, aunque la autofecundación es muy rara. Esto es una ventaja para estos animales ya que suelen ser solitarios y se encuentran bastante dispersos. Por ello cuando se encuentran, normalmente en primavera y verano en nuestras aguas, se fecundan a la vez con lo que ambos individuos pueden poner huevos sacándole máximo rendimiento a un encuentro. El aparato reproductor se encuentra en la zona derecha del animal, por lo que durante la cópula se sitúan en sentido opuesto. Tras la cópula, a veces precedido por un complicado cortejo, el individuo puede almacenar el esperma en unas estructuras especiales destinadas a ese fin. Tras la fecundación se produce la puesta de huevos, generalmente agrupados en masas gelatinosas que pegan a las rocas en forma de cinta en espiral, de diversos colores, dependiendo de su alimentación. De estos huevos surgen unas pequeñas larvas planctónicas, denominadas larva veliger, que presentan concha que pierden en la metamorfosis al pasar a la vida bentónica. Dicha metamorfosis ocurre bajo ciertas condiciones ambientales, como puede ser la presencia de la fuente de alimento del animal. Debido a su corta vida su desarrollo hasta llegar a adulto maduro suele ser muy rápida, sobre todo en aguas cálidas, durando entre 5 y 50 días.
Sofisticados sistemas defensivos
En muchos moluscos la concha es su primera y casi única defensa, donde el animal se puede retraer en caso de peligro. Pero la concha es pesada, hace difícil el desplazamiento y restringe tanto su movilidad como su velocidad de crecimiento. Al perderla los nudibranquios pudieron crecer más rápido y adquirir formas fascinantes. Pero también se han visto obligados a desarrollar una serie de estrategias defensivas muy curiosas, eficaces y sofisticadas, que no solo reducen drásticamente sus bajas en los ataques directos sino que presentan un efecto disuasorio al inhibir nuevos ataques de los predadores que ya lo han probado y lo recuerdan. Estas defensas, en general verdaderas armas químicas y biológicas, pudieron ser o bien una post-adaptación a la perdida de la concha o bien una pre-adaptación gracias a la cual la perdida de la concha fue posible.
La estrategia más sencilla es la huida. Por ello algunos nudibranquios han desarrollado un pie musculoso con el cual, y gracias a la ayuda de la segregación de mucus, pueden huir de sus depredadores, a veces incluso nadando, pero nuca demasiado deprisa. Por ello presentan otro tipo de defensas, como son la presencia de protecciones físicas en forma de tubérculos y afiladas espículas calcáreas que sobresalen del tegumento con las que pueden herir a sus enemigos. En casos más extremos pueden perder partes de su cuerpo que regeneraran rápidamente, confundiendo al predador y teniendo una oportunidad para huir. A este comportamiento se le denomina autotomía.
Muchas veces tratan de pasar desapercibidas adquiriendo el color e incluso la forma del sustrato sobre el que viven. Es la denominada coloración criptica. El color de estas especies se debe a su alimento, aunque también puede tratarse de pigmentos de elaboración propia. El color blancuzco de estos animales hace que pueda verse su aparato digestivo y el alimento que recorre su interior. En muchos casos el color varía al cambiar el color de la presa del que se alimente la babosa.
En el lado opuesto un gran número de especies intentan ser muy llamativas, es la denominada coloración aposematica. Son especies de sabor desagradable y gracias a su colorido brillante advierten de su peligrosidad. Muchas especies pueden cambiar rápidamente de color al presentir el peligro. Normalmente presentan sustancias tóxicas de sabor nauseabundo y el predador, tras el primer ataque, recordará siempre su sabor, que lo relacionará con los llamativos patrones de colorido, y evitará volver a atacarla en el futuro. Estas sustancias químicas pueden provenir de su alimento, es decir, esponjas y cnidarios principalmente, o son sintetizadas de novo por el propio animal. En relación con el colorido se ha observado que algunas especies no tóxicas pueden evolucionar adaptando el colorido de estas especies tóxicas, evitando así ser devoradas por los predadores. Es el denominado mimetismo batesiano. En otras ocasiones, especies tóxicas diferentes pueden evolucionar y adaptar el mismo colorido para ayudar a los depredadores a recordar su peligrosidad. Es el denominado mimetismo mulleriano.
Sin embargo la mayoría de las especies presentan una defensa activa de tipo químico o biológico. En muchos casos producen secreciones tóxicas, siendo la más conocida la de ácido sulfúrico. Estas sustancias tóxica pueden llegar a matar a todos los seres que se encuentren en sus proximidades. Otro tipo de secreciones no son tan mortales, sino que actúan como repelentes, capaces de desorientar a los predadores, tanto visual como olfativamente. Pero el sistema defensivo más sofisticado es el de las defensas robadas o cleptodefensas. Son capaces de hacerse inmunes a las defensas de otros invertebrados, de ingerirlas, de alojarlas en su cuerpo y de utilizarlas como propias. Hay especies capaces de ingerir sustancias fuertemente tóxicas de ciertas esponjas y seleccionando la parte más activa, acumularla en ciertas glándulas en la parte dorsal de su cuerpo de donde son expelidas en caso de peligro. Otro grupo de nudibranquios, los aeolidáceos, se alimentan de cnidarios como anémonas, hidrozoos o corales, animales que poseen células (cnidoblastos) con cápsulas urticantes, los nematocistos. Para evitar este peligro, algunas especies de nudibranquios son capaces de segregar un mucus viscoso que varía según el tipo de presa evitando que las cápsulas urticantes se disparen pudiendo así alimentarse impunemente. En cambio, otras especies utilizan las secreciones del propio cnidario engañando a sus presas. Una vez ingerida su presa, transportan los cnidoblastos a las ceras o ceratas dorsales donde las depositan hasta que las necesiten al ser atacadas por un predador. Ante el ataque la babosa se enrolla sobre si misma quedando el cuerpo oculto por las ceratas que transportan los nematocistos. Estos serán tanto más tóxicas cuanto más tóxicas sea su alimento, incluso pueden rellenar el nematocisto con sustancias de producción propia, más tóxicas que el original.
Los compuestos de defensa de estos animales suelen presentar una alta actividad biológica, siendo óptimas para la investigación biomédica. Estos compuestos están siendo investigadas para la lucha contra enfermedades tan graves como el cancer.
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Fuente: