¿Realmente existen los actos altruistas? Si una persona hace una donación económica que le hace sentir bien, ¿su acto es altruista (porque ayuda a una persona) o egoísta (porque le hace sentir bien)? ¿Hay alguien que sienta que hace lo correcto cuando paga sus impuestos?
Para esclarecer algunas de estas preguntas de difícil respuesta, William Harbaught y sus colaboradores de la Universidad de Oregón, realizaron un experimento para determinar qué pasa en el núcleo accumbens, un sustrato neural del placer (y la recompensa), cuando alguien paga un impuesto u ofrece una donación. (Luego están los que disfrutan donando dinero porque, así, mejoran su estatus social, tal y como explico más extensamente en mi reciente artículo para Amazings.es ¿Somos ahora más materialistas y despilfarradores que antes?
Dado que el pago de impuestos es también un acto que está encaminado principalmente para favorecer el bien común, comprobaron qué ocurría en el cerebro de los participantes cuando pagaban un impuesto y cuando ofrecían una donación. Así que reunieron a 19 jóvenes de las cercanías de la ciudad de Eugene, en el estado de Oregón, y les pidieron que tomaran diversas decisiones de carácter económico mientras les sometían a un escáner cerebral.
Tal y como lo explica el neurólogo David J. Linden en su libro La brújula del placer:
Cada sujeto recibía una cuenta con 100 dólares que podía destinar, en la cantidad que estimara conveniente, a un banco de alimentos. En algunas de las pruebas los sujetos podían decidir si donar dinero o no; en otras no tenían alternativa porque pagaban un “impuesto”. Y en otras recibían el dinero sin la instrucción expresa de donarlo. El estudio se llevó a cabo como sigue: primero se presentaba a los sujetos una cantidad de dinero (pongamos que 15 ó 30 dólares) en una pantalla de ordenador. Unos segundos después se les daba a conocer la condición de la prueba: esa cantidad era o bien un regalo para ellos, o bien un impuesto sobre su cuenta, o bien dinero que podían donar al banco de alimentos. En cada caso, podían aceptar o rechazar la condición pulsando uno de dos botones. Los escáneres cerebrales revelaron que el pago de impuestos y donación activaban prácticamente las mismas regiones del núcleo accumbens que el hecho de recibir el dinero, aunque, en general, la donación provocaba una activación más fuerte que el pago de impuestos. Estos resultados apoyan por igual el modelo del “altruismo puro” y el de “la sensación de bienestar”.
Naturalmente, los impuestos son menos atractivos porque pueden destinarse para fines que no son exactamente del gusto del ciudadano. Este experimento tampoco sugiere que el cerebro de todo el mundo responda exactamente de la misma manera en estas condiciones. Lo que sí parece tener importancia es el placer que sentimos al donar dinero: si es un placer elevado, entonces optaremos por donar más dinero que si es un placer más escaso. Y, de nuevo, esto sigue complicando la respuesta filosófica a si el altruismo puro existe, si todo en realidad es egoísmo, si altruismo y egoísmo significan en el fondo lo mismo o si al sentir placer por hacer cosas buenas para los demás entonces este sentimiento es menos noble o no.
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