Que la historia de la ciencia ha dejado por el camino muchísimas injusticias es algo bien conocido. Desde un premio Nobel que debía ser compartido con sus estudiantes de doctorado,hasta la omisión a conciencia de parte del equipo investigador a favor del que más tarde se colgará la medallita. Pero uno de los personajes más destacados y que injustamente ha sido relevado a un segundo plano, en mayor parte por ser mujer, ha sido Caroline Herschel.
Caroline fue conocida durante décadas únicamente como la hermana de William Herschel, uno de los más destacados astrónomos del siglo XVIII y conocido, entre otros muchos méritos, por descubrir el planeta Urano en 1781 o presentar uno de los primeros modelos del universo. A pesar de que su familia hubiese preferido una vida más discreta para ella debido a su infancia enfermiza (que impidió su desarrollo), Caroline Herschel siguión los pasos de su hermano. Abandonó su ciudad natal Hannover para vivir en Inglaterra donde desarrolló todo tipo de actividades a menudo en disputa con su cuñada.
Lo que empezó como una afición fue convirtiéndose en una tarea imprescindible para los inicios de la carrera de William: pulido de los espejos, realizaba los cálculos necesarios para realizar las observaciones y, lo que es más importante, el análisis minucioso de los datos obtenidos por su hermano en la noche anterior. !! Qué pena que la figura del ayudante ha desaparecido en este último aspecto!! Incluso sufrió algún que otro accidente durante la operación de los telescopios. Su reconocimiento como ayudante de William llegó de la mano del rey Jorge III que le concedió un sueldo por su labor. Hay que destacar que en su papel de ayudante se incluían también gran parte de las tareas domésticas, incluyendo el cuidado del hijo de William.
Caroline aprovechaba las ausencias de su hermano para realizar sus propias observaciones, que le permitieron descubrir 8 cometas y elaborar uno de los catálogos de objetos nebulosos más completos en ese momento. Todos estos logros pasaron por un tiempo desapercibidos por culpa de la fama alcanzada por su hermano tras el descubrimiento de Urano. No fue hasta 1835 cuando se reconoció su labor siendo nombrada miembro honorario de la Royal Society (una de las primeras mujeres en conseguirlo) y galardonada con diversos reconocimientos como la medalla de oro de Prusia. Que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer ya lo sabíamos pero es que el papel que jugó Caroline en los descubrimientos de su hermano fue, sin lugar a dudas, crucial.
Nota curiosa: existe un cráter lunar de unos 35 km de diámetro descubierto en 1935 bautizado en su honor.
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