Investigadores de la empresa RIKEN en Wako y la Universidad Denki de Tokio (Japón) han desarrollado una técnica que utiliza la luz blanca normal en vez del láser para producir hologramas de color tridimensionales que podrían utilizarse en la siguiente generación de pantallas tridimensionales. El trabajo se publica esta semana en la revista 'Science'.
Los autores explican que debido a la simplicidad del método y su escalabilidad, podrían realizarse aplicaciones en el mundo real en las que los espectadores no tuvieran que utilizar gafas especiales o sentarse en un ángulo particular para ver las imágenes en tres dimensiones.
El método es diferente de las técnicas convencionales porque está basado en la actividad de electrones sobre la superficie de una película de metal. Los sistemas actuales suelen rebotar la luz del láser desde un objeto y sobre una placa fotográfica y los registros de información sobre la fase y amplitud de las ondas de luz se presentan en forma de 'patrón de interferencia'. Después, cuando la luz brilla a través del holograma, este interactúa con el patrón de interferencia de tal forma que la imagen del objeto aparece, normalmente en un único color.
Otro tipo de holograma, el 'holograma arcoiris' se encuentra habitualmente en las tarjetas de crédito, aparece en diferentes colores bajo la luz blanca. Pero cierta información sobre la imagen se filtra mientras que se producen estos hologramas y el color cambia según el ángulo de visión.
Los investigadores, dirigidos por Miyu Ozaki, describen ahora un método para producir hologramas multicolor cuyos colores se mantienen iguales cuando se observan desde cualquier ángulo, como sucede con el objeto original. Su técnica se basa en la difracción de excitaciones electrónicas, llamadas plasmones, que se propagan en la superficie de una película fina de metal.
Los investigadores han cubierto la película de metal en un material 'fotoresistente' sensible a la luz que contiene un holograma realizado con luz láser roja, verde y azul. El holograma fotorresistente en sí mismo descansa sobre una placa fina de cristal. Los plasmones superficiales de la película de metal son excitados utilizando luz blanca orientada en una variedad de ángulos. El ángulo de la luz entrante determina qué plasmones son excitados y sufren difracción en el holograma, reconstruyendo las ondas de luz que alcanzan los ojos del espectador y da lugar a la imagen tridimensional.Fuente:
Europa Press