Humo saliendo del edificio en ruinas del reactor 3, cuya piscina de combustible gastado ha perdido nivel de agua. | AP
Las piscinas de combustible gastado de la central de Fukushima son ahora una bomba de relojería que los técnicos intentan desactivar. En esas piscinas se almacenaban los desechos producidos por los reactores durante años. Son toneladas de material de alta actividad que es, incluso, más peligroso que el combustible del reactor.
Esa basura nuclear es una mezcla de elementos generados en el proceso de fisión y ya no sólo contiene uranio, sino también elementos pesados como el plutonio, el americio, el neptunio y el curio. Son de alta radiactividad y permanecen activos hasta decenas de miles de años.
Ese combustible gastado mantiene un calor residual de cientos de grados y debe permanecer meses y años bañado en agua para que no se caliente más, se degrade y lance emisiones. El agua, además, sirve de pantalla de las radiaciones. Si la piscina se queda sin agua, el combustible se deteriora rápidamente y arroja altas dosis de radiactividad al ambiente.
Y lo que está ocurriendo en Fukushima es que las piscinas de combustible se están calentando y quedando sin agua. Eso supone un riesgo grave de que la basura nuclear entre en mayor actividad, se desestabilice y emita su contenido a la atmósfera.
De hecho, gran parte de los esfuerzos de refrigeración que se llevan a cabo durante las últimas horas, como ese despligue desesperado de helicópteros y camiones con mangueras, va destinado a enviar agua a las piscinas de almacenamiento de combustible gastado. Este es ahora el punto de mayor peligro en Fukushima.
En Fukushima había seis reactores, cada uno con su propia piscina de almacenaje de combustible gastado. Según los últimos informes, como los que remite JAIF (Japan Atomic Industrial Forum), que es la patronal del sector nuclear nipón, hay problemas en cuatro de las seis piscinas. La piscina 3 y la 4 están perdiendo nivel de agua y se está intentando llenarlas de líquido desesperadamente. En las piscinas de los reactores 5 y 6 también está aumentado la temperatura del agua. Estos reactores apenas habían causado alarma, ya que apenas han sufrido percances desde el terremoto porque no estaban funcionando, pero sus piscinas de basura nuclear se están viendo afectadas por la falta de medios para mantenerlas operativas de forma correcta.
Desde que comenzó el accidente el pasado viernes, toda la atención se dirigió a lo que pudiera ocurrir en el núcleo de los reactores. En los primeros días, apenas se habló de las piscinas cargadas de combustible usado. En las últimas horas, la cuestión se ha puesto en primera línea del frente de batalla.
Para entender lo que ocurre sería conveniente responder a algunas preguntas.
¿Qué es esa basura nuclear?
El combustible gastado de los reactores nucleares, cuyo aspecto es igual al del combustible nuevo, emite radiación alfa, beta y gamma, además de generar calor como consecuencia de la desintegración radiactiva.
La diferencia entre ambos es su composición química. Mientras que el combustible nuevo está constituido únicamente por óxido de uranio, tras su paso por el reactor el combustible gastado presenta una composición en la que, además del óxido de uranio inicial, están presentes casi todos los elementos de la tabla periódica.
Esta es la definición textual de combustible gastado que ofrece Enresa, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, el organismo público español que tiene la responsabilidad de gestionar los residuos de alta, media y baja actividad.
Enresa añade: Durante el tiempo que el combustible está en el reactor tienen lugar reacciones , dando lugar a productos de fisión, productos de activación y a la generación de plutonio y actínidos minoritarios. Una proporción típica del combustible gastado es la siguiente: uranio, 94,7% (siendo el 0,7% U-235); productos de fisión, 4,1%; plutonio, 1,1%; actínidos minoritarios, 0,1%.
Estos residuos duran miles de años. Y la exposición a sus radiaciones incluso en cantidades pequeñas puede provocar daños letales para la salud.
¿Qué hace esa basura ahí?
Los residuos de alta actividad, la basura nuclear, o el combustible gastado, como quiera llamársele, es la patata caliente de la industria nuclear.
Todavía no se sabe bien qué hacer con ellos. No existe forma de eliminarlos o de reducir su actividad. Sólo cabe mantenerlos a buen recaudo, enfriados en agua primero y contenidos luego en estructuras aislantes.
Y donde se los suele guardar es en las propias instalaciones de las centrales atómicas. Esto es lo que se hace en España, por ejemplo. Todas y cada una de las plantas atómicas españolas tienen una piscina de residuos de alta actividad donde han ido guardando el combustible gastado.
Con el paso del tiempo, esas piscinas se han ido llenando y están al límite de su capacidad. Ese es uno de los motivos por los que hace años que está abierto el asunto del ATC o Almacén Temporal Centralizado. Se trata de un edificio especial que el Estado va a construir con fondos públicos para guardar la basura de cada una de las plantas atómicas de las compañías privadas.
Como su nombre indica, es centralizado, pues recogerá la basura de todos los puntos, y es temporal. Está previsto para funcionar 60 años. Aún no está construido porque ha habido una fuerte polémica con municipios y comunidades autónomas que se niegan a acoger esa instalación.
España tiene operativo un almacén también, pero en él se guardan sólo los residuos de baja y media actividad (como los que provienen de aparatos médicos). Ese almacén está en El Cabril (Córdoba). Los de alta actividad, todavía, siguen en la centrales atómicas a la espera de destino.
Y aquí hay que volver a Japón, porque ese país lo hace igual que España. Fukushima guardaba su propia basura. Estaban dentro del edificio de la central, localizadas encima del reactor.
La cadena de acontecimientos que han ocurrido en Fukushima ha dejado esas piscinas en situación de riesgo. La falta de corriente eléctrica, las explosiones que han deteriorado los edificios que las albergaban y el deterioro de los sistemas de operación de la planta hacen que el parte de situación sea el siguiente.
Piscina 1: no hay información. Piscina 2: no hay información. Piscina 3: nivel bajo de agua. Iniciando inyección de agua. . Piscina 4: Nivel bajo de agua. Preparando inyección de agua. La temperatura alcanzó 84 grados los días 14 y 15 de marzo. No hay datos de hoy ni del día 16. Se teme que las barras contenedoras de combustible estén dañadas. Piscinas 5 y 6: temperatura del agua subiendo. Ha alcanzado 60 grados.
La temperatura del agua en circustancias normales de operación debe estar en 25 grados.
La piscina más problemática es la del reactor 4, que ha llegado a los 80 grados en ciertos momentos. En ella se redoblan esfuerzos para aportar agua. En torno al reactor 4 se vienen regitrando, además, las mayores mediciones de radiactividad de Fukushima, que dan entre 400 milisieverts / hora y 100 milisieverts / hora. Para hacerse una idea, 50 milisieverts en todo un año es la dosis que la autoridad de EEUU permite recibir a un trabajador de la industria atómica de EEUU. En un año.
Esta radiactividad presente junto al reactor 4, reconoce el Gobierno japonés, está dificultando las tareas de aporte de agua a las piscinas. Los operarios sólo pueden permanecer breve tiempo e ir protegidos. Además, los escombros que hay entre un reactor y otro dificulta más las operaciones.
¿Qué pasa si la piscina se queda sin agua?
El agua es una barrera contra la radiación y también es un refrigerador. Si el agua desaparece, lo primero que sucede es que el combustible gastado queda expuesto. Emite ya radiaciones.
Además, en ausencia de agua, el combustible gastado, que ya está a cientos de grados, empieza a deteriorarse. Se dañan las vainas de metal que lo sujetan y también puede dañarse la piscina revestida de acero que los alberga.
El calentamiento del combustible gastado libera vapores y emisiones de los productos de alta actividad de ese combustible gastado.
En última instancia, el combustible puede entrar de nuevo en fase crítica, y comenzar a tener reacciones de fisión, aseguran fuentes técnicas.
Todo esto es lo que ha convertido las tareas de aporte de agua a las piscinas en la máxima urgencia ahora mismo en Fukushima. Hay que confiar en que las decenas de personas que luchan a brazo partido logren el objetivo de rellenar esas piscinas con agua o productos que frenen el calentamiento. Las informaciones que han ido llegando en las últimas horas es que, de momento, sí están consiguiendo aportar ese líquido tan necesario.
También se ha comunicado que parte del servico eléctrico de Fukushima se ha recuperado. Eso es otro motivo para confiar en que haya solución a la urgencia actual.
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