Los investigadores, dirigidos por Jennifer Bartz, analizaron el papel de la oxitocina en la percepción social administrando la hormona a través de un espray nasal a varones adultos que, antes del estudio, habían completado cuestionarios sobre la atención de sus madres durante la infancia. Según los investigadores, los hombres que recordaban positivamente la atención de sus madres tendían a evaluar a sus madres como más atentas después de tomar oxitocina, en comparación con los hombres que recibieron placebo. Sin embargo, los hombres cuyas relaciones maternas generaban una respuesta de ansiedad caracterizaban a sus madres como menos cuidadosas y más distantes tras la exposición a la hormona, lo que sugiere que esta podría amplificar los recuerdos preexistentes.
Los resultados sugieren que, más que una “droga del amor”, la oxitocina es un potenciador de la memoria social. Según Bartz, cuando esta sustancia se libera en nuestro cerebro “intensifica nuestros sentimientos sobre otras personas, tanto si son positivos como si son negativos, en función de cuál ha sido nuestra interacción con ellas”.