¿Aburridos de su viaje de medio año a Marte? Ni de lejos. Cuando los astronautas miren a través de las ventanas, se asombrarán con la esfera de plasma que rodea la aeronave. Es difícil de creer que el pequeño electroimán que llevan en la nave pueda producir algo tan bonito.
No es que la razón de ser del imán sea estética, evidentemente. La función del imán es evitar que los astronautas mueran lentamente y de forma horrible por culpa de la radiación.
La NASA está dudando sobre la posibilidad de enviar astronautas a Marte -y es comprensible. Una exposición de medio año a las partículas de viento con alta energía que fluyen desde el sol pueden ser mortales. Pero un equipo de investigadores del Laboratorio Rutherford Appleton (RAL) cerca de Oxford, han encontrado un fenómeno que podría resolver el problema. Han demostrado que un imán del tamaño de una mano puede desviar un flujo de partículas cargadas como el del viento solar. Esto da vida a la vieja idea de dotar a la nave de un escudo y podría dar lugar a una nueva era de viajes espaciales. “La radiación espacial se considera el único freno para la exploración espacial tripulada”, dijo Ruth Bamford de RAL. “Nuestro experimento demuestra que podría haber una manera de que el espectáculo continuase”.
La inspiración para la idea es tan vieja como la Tierra. La vida es posible en nuestro planeta debido a que su núcleo es una caldera de hierro fundido. El resultado es nuestra magnetosfera, el campo magnético que envuelve la Tierra y desvía el viento solar. Sin este escudo algunas de las partículas que vienen del sol se cargarían sobre nuestros cuerpos, destruyendo las células que los hacen funcionar. En ausencia de nuestro campo magnético protector, la vida compleja en la Tierra podría ser insostenible.
Más allá de la magnetosfera -por ejemplo, en una misión a Marte- dejamos esa protección atrás. El viento solar puede dar lugar a explosiones radiactivas 1000 veces más potentes que las de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Esto no es algo a lo que la NASA quiera someter a sus astronautas o a los ciudadanos que sufragan el viaje con sus impuestos. “Imagina una nave que vaya a marte con astronautas muertos en su interior y el mundo entero mirando atemorizado”, dijo Bamford.
Por esto se ha buscado un escudo apropiado durante muchos años. Wernher von Braun, el pionero de los cohetes que creó el programa Apollo, pensó por primera vez en un escudo para una nave en los años 60. Al final desechó la idea porque pensó que requeriría un imán demasiado grande. Estaba equivocado.
El error se ha detectado a través de una serie de descubrimientos realizados por naves a la deriva. Inicialmente creímos que las únicas magnetosferas en el sistema solar pertenecían a cuerpos suficientemente grandes como para albergar un núcleo de hierro fundido. Pero según parece en nuestro sistema solar hay muchos escudos magnéticos pequeños pero sorprendentemente potentes.
Parece que hay varias en la luna, para empezar. Las partículas del viento solar han oscurecido gradualmente la mayoría de la superficie de la luna, pero hay puntos brillantes en varios lugares. En 1998, la Luna Prospector sobrevoló uno de ellos. La sonda orbitaba a 18 km de la superficie cuando sus sensores indicaron que había pasado sobre una región con el campo magnético más elevado y se movió a una cavidad en la que había una menor densidad de partículas cargadas. había entrado en una mini-magnetosfera que las partículas de viento solar no podían penetrar.
Este campo probablemente se formó cuando el calor desprendido por el impacto de un asteroide fundió la superficie lunar. Esto habría creado plasma -una nube de gas caliente ionizado. Los plasmas mueven un campo magnético y cuando la superficie lunar se vuelve a solidificar, la roca conservaría el magnetismo del plasma.
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