Jueves, 27 de agosto de 2009
¿Pudo Indiana Jones sobrevivir a una explosión nuclear dentro de un refrigerador?
Para empezar esta película está llebna de inexactitudes históricas, por ejemplo Pancho Villa hablba quechua, hay pirámides mayas en la selva del Amazonas, usan chullo los pobladores de la costa, las líneas de Nazca están en Cusco, confunden el retrato de Francico Pizarro con el de Orellana y se cantan rancheras en las calles del Cusco. ¡Y hay más! Pero este artículo de Mala Ciencia se refiere a una inexactitud científica.
Por fín he podido ver la peli de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, y voy a escribir sobre la famosa secuencia del refrigerador. Aunque para muchos no hará falta, describiré la escena.
Nuestro intrépido arqueólogo llega de forma accidental a un pueblo falso, que va a ser utilizado para experimentar los efectos de una bomba atómica. Suenan las sirenas, y una cuenta atrás indica que la detonación va a producirse. Buscando dónde refugiarse, encuentra un refrigerador (hecho o forrado de plomo, como indica una visible etiqueta), donde se mete y cierra la puerta justo en el último segundo. La explosión arrasa el pueblo, y lanza la refri varios kilómetros, adelantando un coche con villanos, y estrellándose en el suelo. Pero el Dr. Jones sale del refrigerador como si nada, para contemplar a lo lejos el característico hongo que produce una detonación de este tipo.
Bueno, estoy seguro de que la mayoría de vosotros imaginaréis que no es posible sobrevivir a una bomba atómica, protegido por una nevera. Pero vamos a ver por qué. Una detonación nuclear produce tres efectos destructivos inmediatos: el calor, la onda expansiva, y la radiación (también está el famoso PEM, pero no es relevante en este caso).
El primer efecto
Una gran parte de la energía liberada por una detonación nuclear (casi la mitad, en algunos casos) es en forma de calor. No sabemos la potencia de la bomba, ni su distancia al pueblo, pero se nos muestra sus efectos. Concretamente, vemos cómo antes de la llegada de la onda expansiva, los muñecos que representan personas comienzan a arder. En este caso, el plomo no proporciona protección adicional. El punto de fusión del plomo es realmente bajo, de tan sólo unos 327,46 °C. Puede que a priori os parezca mucho, pero si los comparamos con los 1.064,58 ºC del oro, los 1.084,6 °C del cobre, o los 1.535 °C del hierro, vemos que el plomo no es la mejor elección para soportar altas temperaturas.
De hecho, no es por capricho el que los soldaditos y miniaturas de plomo estén hechas precisamente de este metal (en realidad se mezcla con estaño, cuyo punto de fusión es incluso menor, de 231,93 °C). El bajo punto de fusión lo convierte en la elección perfecta para derretirlo, rellenar moldes, y esperar a que se enfríe. No sólo por la facilidad de fundirlo, sino porque el punto de fusión del material del molde (que obviamente, debe ser mayor que el del metal fundido que usamos) no necesita ser exageradamente alto. Recuerdo comprar hace años un «kit» para hacer figuras (esqueletos guerreros y muertos vivientes, en mi época de rolero del Dungeons & Dragons), y junto con los moldes, venían una barras de una aleación de plomo y estaño, al 60-40 (aunque no recuerdo cuál correspondía al plomo y cual al estaño). La barra era muy fácil de «cortar», y en cuanto ponías el metal al fuego (en un cazo, claro), se derretía en segundos.
El segundo efecto
El segundo efecto de una detonación nuclear, y el más devastador a corto plazo, es la onda expansiva. Ahí va la mayor parte de la energía liberada (más de la mitad). En la peli vemos que la onda expansiva destroza completamente las casas del pueblo. Como mínimo, arrasa la casa donde está la famosa nevera, ya que ésta sale volando. Aquí, poco importa el material del refrigerador, más allá de que debe ser lo suficientemente resistente para no deformarse en exceso y quebrarse (algo en lo que el plomo tampoco es demasiado bueno, ya que es un metal muy blando). Lo realmente importante es el acondicionamiento del interior.
Físicamente, las lesiones por golpes y caídas son producidas por la brusca aceleración o deceleración a la que es sometido nuestro cuerpo. Por eso, chocar contra algo blandito ayuda, ya que el obstáculo se deforma, disminuyendo la aceleración. Es decir, si un objeto choca contra un obstáculo rígido, la disminución de velocidad ocurre en unos instantes. Sin embargo, si el choque es contra un objeto blando y deformable, la disminución de velocidad dura más tiempo, y por tanto, la aceleración a la que se ve sometido es menor. Este prinicpio se aplica en la ingeniería automovilística, diseñando coches que aunque tengan un habitáculo muy rígido (para no aplastar a los ocupantes), el resto de la carrocería es deformable.
Pero volvamos a la refri. Obviamente, el refrigerador no está acolchado por dentro, ni está diseñado para proteger el interior de aceleraciones bruscas. Cuando la onda expansiva la alcanza, la nevera sufre una aceleración enorme, que es transmitida a nuestro querido Indy, y que debería haberle destrozado, igual que a las casas. Y por si eso fuera poco, luego tenemos la caída al suelo a gran velocidad.
El tercer efecto
El tercer efecto de una explosión nuclear es la radiación. Y aquí hay que distinguir dos tipos de radiación diferentes. Por un lado tenemos la radiación producida directamente por la propia explosión. Su origen es la reacción nuclear de fisión (y fusión, en las armas termonucleares), y desaparece cuando la reacción se detiene. Podemos pensar que es como la luz que emite una bombilla: cuando se apaga, ya no emite más. Por otro lado tenemos la radiación residual, que es bastante más duradera. Parte de la radiación de la explosión son neutrones, que al atravesar la materia circundante, puede transmutarla y volverla radiactiva. Además, no todo el material fisionable de la bomba es fisionado, sino que una pequeña parte de él es lanzado por la explosión. Así que una vez ha terminado todo, tenemos por ahí pululando materiales radiactivos, parte de ellos pulverizados y flotando en el aire.
Bien, aquí sí que el plomo es muy útil. Es un metal muy denso, y todos sabéis que se usa para protegerse de las radiaciones. Es la mejor elección, aunque hay que tener en cuenta que el plomo no es un material mágico que bloquea absolutamente toda la radiación. Parte de ella puede atravesarlo, dependiendo del grosor.
Conclusión
Bueno, así que tenemos que el plomo del refrigerador podría proteger al Dr. Jones de la radiación de la explosión (no de la residual, una vez sale de la nevera), pero no ante el calor y la onda expansiva. Indy no podría haber sobrevivido.
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