En busca de la "Isla de Basura"
Ya tratamos este tema con anterioridad...
¿Qué es la "Isla de Basura"?
Cada año se arrojan al mar más de 10 millones de toneladas de desperdicios plásticos. La mayor parte no regresa a ensuciar las playas y costas, entonces algunas personas ya no le dan importancia al asunto. El plástico ya no está. ¿Es esto cierto?
Los plásticos no desaparecen sino que terminan siendo arrastrados por las corrientes oceánicas hasta acumularse en un área del Pacífico Norte con una extensión igual (o mayor) a la del Perú, formando una verdadera isla de basura flotante (conocido también como el plastic vortex).
¿Quién descubrió la "Isla de Plástico"?
Charles Moore descubrió la Isla de basura cuando regresaba de Hawai a los Estados Unidos, el 13 de agosto de 1997.
En 1999, Moore publicó en la revista The Marine Pollution Bulletin un artículo en el que estimaba que en la Gran Mancha de Plástico del Pacífico hay 334.271 piezas de plástico por kilómetro cuadrado, aunque en trozos tan diminutos que, de promedio, cada uno sólo pesa 0,05 gramos. Eso supone 100 millones de toneladas. O sea, seis veces más plástico que plancton.
De las cifras de 1999 a las cifras de 2009
Sin embargo, Moore teme que esas cifras estén quedando obsoletas en un planeta en el que cada año se producen 135 millones de toneladas de plástico, cifra equivalente a 400 veces el peso del Empire Estate, el emblemático rascacielos de Nueva York: «He llegado a encontrar hasta 50 partes de plástico por cada una de plancton». Es como si en una pradera hubiera entre 30 y 60 partes de plástico por cada una de hierba. Este oceanógrafo autodidacta, al que sus estudios han granjeado el respeto de los científicos, cree que «ahora hay como entre cinco y 10 veces más plástico que en 1999».Nota de BBC Mundo, Medio Ambiente
Este fin de semana parte desde San Francisco, Estados Unidos, un equipo de científicos, ambientalistas e innovadores en busca de una de las islas más siniestras que existen en el planeta.
Bautizada por algunos como "la isla de la basura" o el "parche de basura del Pacífico Norte", se trata en realidad de un remolino de desechos formado por más de seis millones de toneladas de plástico, que flota a la deriva entre California y Japón.
Fue descubierto en 1997 por el oceanógrafo Charles Moore, quien haciendo caso omiso a las recomendaciones de evitar esta zona poco propicia para los marineros por la falta de vientos y corrientes, decidió tomar esta inusual ruta.
A lo largo de su viaje Moore se topó con trozos de botellas, bolsas plásticas, jeringas y una multitud de otros objetos plásticos reconocibles y no tanto, ya que por la acción del sol y los vientos, este material se desintegra en fragmentos diminutos que permanecen durante años flotando a merced de las corrientes marinas.
La desintegración del plástico en partículas microscópicas -algunas son infinitamente más pequeñas que un grano de arena- hacen que este parche, cuyo tamaño supera en dos veces la superficie del estado de Texas, sea casi imposible de localizar mediante radares o tecnología satelital.
Cazadores de la basura "perdida"
La basura proviene de la actividad en el continente, principalmente de las costas. También llega a través de los ríos. Los vientos y las corrientes la empujan hasta el remolino en el Pacífico Norte.
Desafiando su ubicación imprecisa y la dificultad que plantea qué hacer una vez frente a frente con esta gigantesca colección de basura, el equipo del Proyecto Kaisei se lanza a las aguas los primeros días de agosto con el fin de estudiar en profundidad la composición de esta "sopa" plástica (otro de los apodos que ha recibido), la toxicidad de sus componentes, su efecto sobre la vida marina y su rol en la cadena alimentaria.
Según le explicó a BBC Mundo Doug Woodring, líder del Proyecto Kaisei, lo más difícil es atraparla sin capturar a su vez criaturas marinas. "Tendremos que utilizar distintas tecnologías dependiendo del volumen de los residuos por kilómetro cuadrado. También contamos con diferentes tamaños de redes".
A esto se añade la dificultad de traerla de regreso. "En esta expedición no lo estamos intentando, no salimos con suficientes botes. La idea es primero analizar de qué se trata y luego entonces podremos discutir la mejor manera de lidiar con ella", dice Woodring, quien vislumbra como una alternativa posible "transformar la basura en combustible diesel".
Resulta curioso que aunque ya ha pasado más de una década desde su descubrimiento, nadie ha tomado -hasta el momento- cartas en el asunto para resolver el problema.
A Woodring no le sorprende: "el problema principal es que está en aguas internacionales. Nadie pasa por allí, no es parte de las principales rutas comerciales, no está bajo ninguna jurisdicción y el público no sabe de su existencia", le dijo a BBC Mundo. "Ojos que no ven, corazón que no siente".
"Por ello", agrega, "no hay presión sobre ningún gobierno o institución para que trate de solucionarlo. Es un poco similar a lo que ocurre con la basura espacial".
¿Un pariente molesto pero lejano?
Si bien este gigantesco vertedero de basura pareciera estar a una distancia relativamente "cómoda", una suerte de pariente molesto pero muy lejano, las consecuencias que se derivan de su existencia nos afectan a todos.
Los peces pequeños confunden las partículas plásticas con alimentos. Muchos mueren tras ingerir estos fragmentos, que además actúan a modo de esponja para las sustancias tóxicas y metales pesados. Pero otros sobreviven y cuando son ingeridos por animales más grandes, entran a formar parte de la cadena alimentaria.
La expedición -a cargo de dos naves, "Kaisei" y "New Horizon"- regresará a la costa después de un mes, pero quienes quieran acompañarlos en sus descubrimientos pueden seguir la travesía a través de su página de internet.
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