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22 de agosto de 2007

Las luces de los terremotos.

Valdría la pena contar con instrumentos para medir estos fenómenos con precisión y develar el misterio de las luces que, al parecer, se han visto desde tiempos remotos.

Por Modesto Montoya Físico



Pese a que varios científicos buscan explicaciones a las luces en la atmósfera que muchos afirman haber visto durante terremotos, aún no hay una interpretación totalmente convincente sobre este fenómeno.

Lo aceptado por todos es que los sismos en nuestro país son producidos por el choque de la llamada placa de Nasca que surge del fondo del Pacífico centro y avanza contra la placa continental (América del Sur). Unos piensan que el calor generado por la fricción de los materiales durante el encuentro de las colosales placas libera gases capturados en el subsuelo y que al interactuar con la atmósfera se emite luz.

Otros creen que el radón --un gas radiactivo que se encuentra en el subsuelo-- sale por efecto del terremoto y su radiación ioniza el aire causando la luminosidad. Cabe señalar que la emisión de radón durante algunos terremotos es real, pero la cantidad no sería suficiente para explicar las luces en la atmósfera.

Se considera, asimismo, el efecto piezoeléctrico, similar al producido en las agujas de los antiguos fonógrafos cuando pasaban por los surcos de los discos.

El físico mineralógico Friedemann Freund sostiene una de las hipótesis mejor elaboradas y más aceptadas. Esta se basa en las propiedades eléctricas de las rocas, las que están llenas de átomos de oxígeno en estados cuasi ionizados, enlazados a los silicatos. Cuando se rompen los enlaces resultan un par de agujeros de carga positiva --como sucede en los semiconductores-- los que se comportan como cargas eléctricas.

Durante un terremoto, las rocas están sometidas a tal presión o estrés que esos portadores de carga se mueven a través de las rocas ígneas, dando lugar a ondas electromagnéticas en el rango de las de radio y de la luz visible. En un sismo, una nube de estos agujeros de carga positiva es liberada del subsuelo, la que surge como un plasma de estado sólido a la atmósfera, ello origina emisión de luz visible, infrarroja, ruido electromagnético y perturbaciones en la atmósfera.

Lo cierto es que cuando hay intercambio de cargas entre conjuntos de átomos se emite luz, la que está compuesta por ondas electromagnéticas o fotones. Si a las nubes o a la atmósfera llegaran gases cargados, se produciría intercambio de cargas y una consecuente emisión de luz. Ese intercambio de cargas sucede en los relámpagos o cuando nos quitamos una chompa de lana en la oscuridad de la sierra, donde mejor se observan los fenómenos electrostáticos.

Una explicación más simple sería el de un aumento de potencia electromagnética emitida por la red eléctrica ante abruptas variaciones de voltaje. Esto significaría aumentos repentinos de luz eléctrica, la que se reflejaría en el nublado cielo de la ciudad.

En suma, valdría la pena contar con instrumentos listos para medir estos fenómenos con precisión y develar el misterio de las luces de terremotos que, al parecer, se han visto desde tiempos remotos. Los científicos jamás desecharían o aceptarían hipótesis sin apoyo de resultados experimentales.

Fuente:

El Comercio


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