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28 de agosto de 2007

Especial: Cambio Climático -

El cambio climático amenaza con destruir los pastos de los que se alimenta el ganado.


Los matorrales crecerían en lugar de los prados.

Invernaderos ubicados sobre la pradera natural en los que durante cinco años se ha inyectado dióxido de carbono. (Foto: Scott Bauer/PNAS)
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Invernaderos ubicados sobre la pradera natural en los que durante cinco años se ha inyectado dióxido de carbono. (Foto: Scott Bauer/PNAS)

Actualizado martes 28/08/2007 09:41

MADRID.- El aumento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, está modificando los ecosistemas que contienen pastos y praderas hacia otros en los que proliferan los arbustos. Estos cambios ecológicos podrían tener importantes repercusiones entre los ganaderos del planeta.

Los datos provienen de una investigación llevada a cabo en las praderas de Colorado, Estados Unidos, por un equipo de científicos de la Universidad Fort Collins, y del Departamento de Agricultura de ese país. El análisis de la investigación se publica hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

El estudio confirma las hipótesis sobre la causa por la que las plantas leñosas y arbustivas vienen invadiendo las praderas desde hace 200 años, en los albores de la era industrial: una mayor presencia de CO2 en la atmósfera favorece la fotosíntesis de estas últimas frente a las hierbas más cortas y carnosas.

A finales del siglo XVIII, antes de la era industrial, las concentraciones de CO2 eran aproximadamente de 280 partes por millón (ppm). Actualmente esa concentración ha subido a 380 ppm, y si se confirman las previsiones, a lo largo de este siglo esa cifra podría exceder las 600 ppm, a consecuencia de las emisiones causadas por la quema de combustibles fósiles.

Los investigadores instalaron unos invernaderos para crear una atmósfera artificial en pleno campo, donde han sometido al ecosistema de la pradera a concentraciones de más de 600 ppm de CO2. La prueba se ha realizado entre los años 1997 y 2001, y cada mes de julio, tras la floración, se han llevado a cabo las mediciones para comprobar los cambios.

El crecimiento de la biomasa en estas superficies fue 40 veces mayor y benefició a las plantas arbustivas frente a las hierbas, en el periodo completo de la prueba durante cinco años.

"Los cambios precipitados de las concentraciones de CO2 en la atmósfera tienen enormes implicaciones para la adaptación y evolución de ecosistemas relativamente modernos", afirma la investigación.

Fuente:

El Mundo (España)
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