PRESUPUESTO EN TORNO A 40 MILLONES DE DÓLARES AL AÑO.
Purificación del ADN (Foto: Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos)
MADRID.- A finales de este mes se espera que los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) establezcan las prioridades de inversión para 2008-2009 de su programa 'Roadmap initiative', que pretende identificar las brechas de la investigación biomédica y financiar, con una dotación muy superior a la normal, aquellos trabajos encaminados a cerrarlas. La genómica es una de las áreas clave.
La creación de una biblioteca molecular y el rediseño de la maquinaria de investigación clínica se llevaron la palma en las iniciativas de 2004. Entre ambos proyectos sumaron más de 1.300 millones de dólares (unos 1.000 millones de euros), poco comparado con los 450.000 millones de gasto militar de aquel año y mucho al lado de los 3.700 millones de dólares que invirtió en investigación médica en 2000 la Unión Europea.
Cinco proyectos han sido seleccionados por los directores de estos institutos de salud para competir esta primavera como 'principales propuestas' (Major proposals) por las ayudas económicas de los NIH.
Microbioma: nuestros 'otros' genes
En el cuerpo humano viven 10 veces más microbios que células. Estos organismos están relacionados con la salud y la enfermedad, pero aún no sabemos hasta qué punto. Un primer y esencial paso para desentrañar este misterio sería secuenciar el genoma de estos seres, uno de los proyectos elegidos.
Hongos, protistas y, sobre todo, bacterias viven con nosotros, dentro de nuestro cuerpo o en la superficie. Se han identificado cerca de 400 especies distintas de microbios en el organismo humano aunque se cree que puede haber hasta 10.000. Juntos, todos sus genes suman muchos más que los 30.000 del ser humano.
Constituyen lo que siempre se ha conocido como flora bacteriana. Unos cumplen funciones tan importantes como la síntesis de vitaminas o la digestión de alimentos y otros son un enigma ya que, como la mayor parte, no se pueden cultivar en el laboratorio por lo que estudiarlos es muy complicado.
Algunos de estos organismos ya se han secuenciado, pero suponen una parte ínfima del total. Este proyecto, que pretende embarcarse en la secuenciación de la microbiota humana, ahondará además, según la descripción del NIH, en "el conocimiento de estas comunidades microbianas para determinar cómo afectan a la salud humana".
El proteoma humano
Buena parte de los genes contiene información para fabricar proteínas. En nuestro cuerpo hay más de dos millones de estas moléculas, cada una con su función, y el conjunto recibe el nombre de proteoma. Su conocimiento exacto sería el paso lógico siguiente a la secuenciación del ADN, en opinión de muchos expertos.
Las proteínas son macromoléculas, cadenas de más de 100 aminoácidos que adoptan diferentes configuraciones espaciales y constituyen más del 50% del peso seco de una célula. Hay proteínas tan 'famosas' como la insulina o el colágeno y tan importantes como la hemoglobina o la p53, que controla el ciclo celular y evita la formación de tumores. Pero existe un amplio e ignoto espectro compuesto por decenas de miles.
Identificar la misión de cada proteína y las interacciones entre ellas, como pretende este proyecto, permitirá conocer su papel en la salud y la enfermedad. A partir de ahí, será posible establecer, entre otras cosas, cuáles son dianas para el tratamiento de enfermedades como el sida o la malaria.
Por qué somos como somos
La apariencia física y constitución se denomina fenotipo. Podría haber casi tantos fenotipos humanos como personas y cada uno de ellos estaría determinado por una carga genética concreta y la influencia del ambiente, lo que da idea de la complejidad de catalogarlos.
La primera clasificación, muy rudimentaria, data de la Antigua Grecia donde clasificaban a los individuos como tísicos o delgados (predominio del eje vertical) y atléticos o musculosos (con predominio del horizontal). Kretschmer, psiquiatra alemán, los dividió en pícnicos, atléticos, asténicos y displásicos, y la escuela americana en endo, ecto y mesomórficos.
Estos son algunos ejemplos, más o menos complejos, de cómo se ha catalogado a los individuos en función de su aspecto físico. Profundizando en este campo será posible caracterizar enfermedades y trastornos complejos.
Más allá de los genes
Otro de los proyectos finalistas se embarcará en el estudio de la epigenética. Esta rama de la biología estudia los cambios que sufre el ADN que resultan en la alteración de la expresión y función de los genes sin que estos sufran una modificación estructural.
Estos cambios son reversibles y heredables y pueden estar relacionados con la aparición de enfermedades como los producidos por algunos teratógenos, que provocan malformaciones en el feto. También intervienen en procesos biológicos normales como el silenciamiento de uno de los dos cromosomas X de las células femeninas mediante un 'empaquetamiento' que lo mantiene inactivo.
Aunque ya se han hecho algunos progresos en este ámbito, para seguir avanzando "es necesario desarrollar mejores métodos para la detección de estas modificaciones y un entendimiento más claro de los factores que inducen estos cambios", según apuntan las conclusiones de los directores de los institutos de salud.
Un fenómeno común pero poco conocido
Rubor, calor, tumor y dolor; estas son las manifestaciones clínicas de la inflamación, una reacción muy frecuente de la que, sin embargo, no se sabe demasiado. Esta respuesta inespecífica del organismo frente a las agresiones está implicada en muchas enfermedades por lo que su comprensión sería de gran utilidad para la medicina.
Esta reacción del cuerpo es una de las armas defensivas de que dispone, vital para la supervivencia. Durante mucho tiempo identificada a través de sus signos, los científicos están empezando ahora a esbozar la compleja y sincronizada cascada de fenómenos que conforman la inflamación.
El valor de esta iniciativa radica, según los NIH, en la posibilidad de "desenmascarar los mecanismos inmunes y los mediadores de la inflamación, así como los factores genéticos y ambientales y la relación entre inflamación y enfermedad".
Fuente: El Mundo - Salud