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19 de febrero de 2013

Tras el rastro de los animales invisibles

Mono

Puede que los monos Diana sean tímidos, pero los científicos están usando insectos para estudiarlos.

Los conservacionistas hacen todo lo posible para proteger la diversidad biológica del planeta.

Se trata de una batalla sin fin. Caminan kilómetros a través de espesas selvas, cargando pesadas mochilas con instrumentos que les permitan obtener más información acerca de algunas especies, antes de que desaparezcan.
Pero cuando las especies son raras, tímidas o de difícil acceso, los biólogos se ven obligados a aprender a distancia.

Una visión fugaz tomada con una cámara trampa remota, un esqueleto descompuesto o incluso una muestra de estiércol puede revelar detallados secretos de una especie. Sin embargo, para obtener cualquiera de ellas, hacen falta horas ansiedad y humedad, y lo peor: el resultado casi siempre dependerá de un encuentro afortunado.

Por ello la comunidad científica está anunciando incorporaciones esenciales a sus herramientas que, aunque necesitan de muchas más habilidades detectivescas, requieren de muchos menos dedos cruzados.

De acuerdo a un estudio publicado por la revista Molecular Ecology, recopilar datos sobre la abundancia y distribución de especies es la prioridad principal de los conservacionistas de hoy.

Mosca

Las moscardas u otras moscas carroñeras podrían proporcionar datos esenciales.

La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza cataloga a todas las especies que se consideran amenazadas, pero alrededor del 14% de los 5.400 animales terrestres aparecen acompañados de la frase "Datos insuficientes".

Para hacer frente a estas deficiencias, los investigadores del Instituto Robert Koch de Berlín, Alemania, sugieren que algunos insectos fáciles de atrapar podrían informar sobre vertebrados ocultos y vulnerables.

Método simple

Los investigadores intentaban hallar más información sobre la propagación del Ántrax en África, cuando se encontraron con un nuevo método para medir la biodiversidad.

Frente a la difícil tarea de encontrar esqueletos en hábitats de selvas impenetrables, el equipo se enfocó en las moscas carroñeras que abundaban en el lugar.

Al diseccionarlas, las bacterias que llevaban consigo revelaron pistas de aquellos animales que habían estado mordiendo.

Además de la bacteria del ántrax, las moscas tenían muestras de ADN único de lo que habían comido, lo que permitió a los científicos estudiar con exactitud a los mamíferos con los que se habían estado alimentando.

"Nos sorprendió que nadie hubiese tenido esta idea antes, pero sabemos que eso es lo que ocurre con las ideas obvias", explica a BBC Nature el doctor Fabian Leendertz, director de la investigación.

En Madagascar registraron el 13% de las especies de mamíferos conocidos presentes en los intestinos de sólo 40 moscas. La muestra relativamente pequeña estudiada en Costa de Marfil confirmó la presencia de seis de las nueve especies de primates locales, así como el raro cefalofo de Jentink, en peligro de extinción.
Leendertz sugiere que la simple tarea de cazar moscas podría ayudar a los conservacionistas a responder a la pregunta de: "¿Alguna especie rara vive por aquí?".

Selva

Las selvas densas son muy difíciles de estudiar por los científicos.

"Lo más importante para realizar acciones de conservación bien orientadas es saber cuáles mamíferos habitan en un área determinada", dice Leendertz.

"En las regiones de sabanas puede ser más fácil, porque uno puede caminar por allí o sobrevolar el área y contar las jirafas. Pero es muy difícil saber quién vive en la selva".
Según él, la mayoría de las poblaciones están sobreestimadas y basadas en registros desactualizados.

El método conocido como "ADN de invertebrados" podría ayudar a actualizar las cifras y mejorar su precisión.

Aunque todavía deben entender a las moscas un poco mejor para determinar exactamente qué tan lejos viajan a morder a los mamíferos, por ejemplo, los investigadores defienden este método diciendo que es relativamente fácil y que además es una manera discreta de recopilar datos.

Salamandras secretas

Pero, ¿qué pasa con aquellas especies a las que los chupadores de sangre no les prestan atención?

En Estados Unidos los científicos están aprovechándose de las pistas del entorno para ayudar a rastrear a un animal esquivo: la salamandra americana gigante.

Se trata del anfibio más grande de América del Norte que vive en cuencas fluviales, amenazado por la contaminación del agua.

Salamandra

Las salamandras americanas gigantes son cada vez menos.

El doctor Rod Williams y sus colegas de la Universidad de Purdue, en Indiana, en Estados Unidos, decidieron tratar de localizar a las esquivas subespecies orientales con sólo tomar una muestra de su entorno fluvial.

El equipo comenzó tomando muestras de agua en las áreas con poblaciones conocidas de esas salamandras, que luego filtraron para encontrar evidencia de los anfibios en otros lugares.

Una vez más, vestigios de ADN confirmaron la presencia de los animales. Williams describe esas técnicas de ADN ambiental como "revolucionarias".

Aunque este trabajo de investigación de ADN es menos costoso que los métodos tradicionales de campo, los científicos insisten en que va a complementar, y no a sustituir, las técnicas existentes.

Basado en el Parque Nacional Tai junto a destacados científicos de primates, Leendertz espera "comparar dentro de un área determinada, el ADN del medio ambiente, con el ADN de los invertebrados y con todas las clásicas herramientas de control como las cámaras trampa y las trampas de audio".

"Entonces tendremos una mejor idea de los puntos fuertes y débiles de todos los métodos", señaló a BBC Nature.

"Con base en estos datos, podremos crear un árbol de decisión para los conservacionistas que indique cuál método puede ser el más apropiado".

Fuente:

BBC Ciencia 
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