Las hojas perforadas de la planta Monstera deliciosa –conocida comúnmente como cerimán- le ayudan a liberar el estrés.
El estudio explica cómo estas plantas pueden sobrevivir en bosques sombríos.
Comúnmente cultivada como planta de interior, la Monstera deliciosa se puede encontrar en zonas silvestres desde el sur de México hasta Colombia.
Existen muchas teorías que explican el uso de las hojas perforadas de la planta, poco usuales en el mundo vegetal.
Una de ellas sugiere que los agujeros protegen a las plantas de los huracanes, dejando que el viento pase a través de ellos.
Otra teoría propone que las perforaciones ayudan a regular la temperatura de la planta, a la vez que permiten que el agua circule a través de la planta hasta sus raíces.
Incluso se ha sugerido que los agujeros ayudan a la planta a camuflarse de seres herbívoros.
Pero ninguna de estas ideas ha sido comprobada científicamente.
Ahora, la investigación de Muir, publicada en la revista The American Naturalist, concluye que los agujeros pueden explicarse como una forma de adaptación de las plantas a las selvas, su hábitat natural.
Comparación de hojas
"La planta puede encontrarse en zonas silvestres desde el sur de México hasta Colombia"
Su subsistencia se basa en la posibilidad de capturar los poco predecibles rayos del Sol, con el fin de realizar la fotosíntesis para obtener energía.
Muir se preguntó si la escasa luz solar que logran alcanzar el suelo podría explicar la forma que tienen algunas plantas poco comunes.
Para hacerlo utilizó modelos matemáticos para comparar las hojas perforadas con las que carecen de agujeros.
Descubrió que ambas formas pueden beneficiarse de igual manera de la misma cantidad de luz solar.
Aunque las hojas con agujeros pierden un poco de luz, porque se filtra a través de las perforaciones, las hojas sólidas que tienen la misma superficie ocupan menos espacio, por lo que su acceso a la luz solar es más restringido.
Los modelos de Muir revelaron que una hoja de la misma superficie llena de agujeros podría capturar luz con mayor regularidad que una que carece de ellos -ambas teniendo la misma superficie– porque ocupa más espacio.
El científico afirma que esta regularidad hace que la forma de la hoja alterada sea más fiable, haciendo que la planta se estrese menos y aumente sus probabilidades de supervivencia.
Rareza
La planta crece de manera diferente en las distintas etapas de su ciclo de vida, un atributo relativamente raro en la vegetación.
Es una epífita, o planta aérea, y cuenta con raíces aéreas que la mantienen atada los árboles, lo que le permite escalar.
En su juventud, la planta produce hojas pequeñas que crecen cerca del tronco del árbol que la acoge.
Las plantas jóvenes están más cerca del suelo del bosque, donde la posibilidad de que capturen rayos solares es más remota.
La poca cantidad de luz hace que los agujeros no le aporten ningún tipo de beneficio a la planta, aclara Muir.
Sólo cuando la planta madura alcanza una mayor altura, logrando llegar a partes del sotobosque con mayor acceso a la luz.
Después las hojas se vuelven más grandes, desarrollan agujeros y se alejan del tronco del árbol, donde tienen más posibilidades de capturar la luz solar que necesitan para sobrevivir.
"Las plantas parasitan al tronco y a las ramas del árbol que las acoge para subir más alto y conseguir más luz solar", explica Muir.
Los modelos matemáticos del investigador sugieren que los agujeros de las hojas tienen un mayor uso en plantas que crecen en zonas con sombra, donde los rayos de Sol son escasos.
Muir sugiere que los biólogos pongan a prueba la teoría, sembrando plantas en distintas condiciones de luz dentro de un laboratorio, simulando el sotobosque de las selvas.
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