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19 de junio de 2010

La vida de Rita Levi-Montalcini


Sábado, 19 de junio de 2010

La vida de Rita Levi-Montalcini


Tres compañeros

¿Qué ocurrió en aquel aula? ¿Qué pasó en aquellos años? ¿Casualidad improbable o rara conjunción de talentos dirigidos por una mano maestra? La mano era la de Giusseppe Levi, profesor de anatomía y experto en histología del sistema nervioso. El lugar, la ciudad italiana de Turín, vieja capital del Piamonte. ¿Y la casualidad? A principios de los años treinta del siglo XX coincidieron en las aulas de aquella universidad y bajo la tutela de aquel hombre tres personas extraordinarias: Rita Levi-Montalcini, Renato Dulbecco y Salvador Luria. Al cabo de unos cuantos años y muchos avatares provocados por una guerra y prejuicios raciales y políticos sin fin aquellas personas revolucionarían los campos de la medicina en los que respectivamente habían trabajado, recibiendo los tres el Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones. Algún día deberíamos hablar de los tres, pero hoy dedicaremos el post a la más grande de todos, a la única que sigue con vida, con 101 años de extraordinaria existencia: a Rita

¡No te comas esos huevos!

Rita Levi-Montalcini nació en Turín en 1909 en el seno de una pudiente familia judía sefardita y fue la más joven de cuatro hermanos. En 1930 inició sus estudios de Medicina en la Universidad de Turín y, en 1936 consiguió un puesto de ayudante de su maestro, Giuseppe Levi (que, por otra parte era un notorio antifascista y un hombre con legendarios ataques de ira). Sin embargo su brillante carrera se vio interrumpida en 1938 por las leyes racistas contra los judíos que acababa de promulgar Mussolini.

Durante la segunda guerra mundial, y en medio de las condiciones más adversas, montó un laboratorio en su propia casa y comenzó a estudiar el crecimiento de las fibras nerviosas de embriones de pollo. Para ello debió aprender las técnicas de tinción de plata que había inventado su compatriota Golgi y perfeccionado nuestro compatriota Ramón y Cajal. El resto del huevo solía terminar convertido en tortilla que alimentaba a la familia Levi (eran tiempos de escasez).

Un largo viaje

Terminada la guerra, en 1946, Rita (que ya había publicado algunos de sus trabajos de los tiempos de guerra) aceptó una invitación para pasar seis meses en la Universidad Washington de Saint Louis, y allí permaneció treinta años, desarrollando la parte central de su trabajo, aislando por primera vez el Factor de Crecimiento Nervioso y abriendo así un nuevo campo en la investigación biológica, lo que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1986.

Pero Rita echaba de menos Italia y, a partir de 1962, comenzó a simultanear su tiempo entre Roma, donde montó un equipo de investigación, y Saint Louis. Finalmente se estableció en Italia e impulsó con todas sus fuerzas la ciencia de su país.

Ciencia y vida

De ideas progresistas, en el año 2001 fue nombrada Senadora Vitalicia y mostró su apoyo en numerosas ocasiones al gobierno de Romano Prodi, el cual a su vez accedió a aumentar las subvenciones gubernamentales a la ciencia. Las tornas cambiaron cuando Berlusconi se hizo con el poder y la financiación de la ciencia italiana se vio mermada poniendo en peligro la continuidad de numerosas investigaciones.

Hace un par de meses Rita se cayó en su casa y se rompió una cadera, pero hasta ese momento mantenía una rica actividad. Por las mañanas acudía al European Brain Research Institute (que actualmente pasa por serias dificultades financieras), y por la tarde a las oficinas de una fundación educativa para las mujeres de África que ella misma creó en 1992 y que ha posibilitado el acceso a la cultura a miles de personas.

Rita ha escrito un montón de libros divulgativos, pero seguramente el mejor, el más inspirador, es Elogio de la imperfección, su fundamental autobiografía. Muy recomendable. En ella dice algo que podría servir de guía para quienes pretenden iniciar una carrera como investigadores:

Si miro de manera retrospectiva mi larga trayectoria, la de mis coetáneos y colegas, así como la de los jóvenes novicios que se han ido uniendo a nosotros, creo poder afirmar que los factores esenciales que determinan, en la investigación científica, el éxito y la satisfacción personal, no son el grado de inteligencia ni la capacidad para llevar a cabo con exactitud la tarea emprendida. Ambos dependen, en su mayor parte, de una entrega total a la tarea y de la capacidad de cerrar los ojos ante la dificultad: de este modo podemos afrontar problemas que otros, más críticos y más ingeniosos que nosotros, no podrían.

Para terminar os dejamos una entrevista que le hicieron en Televisión Española hace un montón de años para un programa que se llamaba Utopía. Que la disfrutéis.


Entrevista a Rita Levi-Montalcini en ’Utopía’

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