Dios suele premiar el sacrificio, la vida recta, alejada de las debilidades de la carne. Es natural, pues, que Dios también premie quien se levanta cuando cantan las gallinas y se acuesta cuando apenas se marcha el sol. Sin embargo, este planteamiento monástico no tiene suficiente sustento científico.
En términos generales, quienes se acuestan más tarde y se levantan más tarde, presentan una salud, unos ingresos medios y unas funciones cognitivas similares a los que madrugan y se acuestan pronto. Si la frase de marras mantiene su vigencia es más por el puritanismo que ella subyace, y lo erróneo de asociar un tipo que se levanta muy pronto como un tipo de costumbres sanas o mayor responsabilidad.
A nivel práctico, sin embargo, lo importante es el número de horas que se duerma, no si el despertador suena una hora antes o una hora después (obviamente, sin excesos, porque estamos diseñados para vivir durante las horas de luz). Teniendo en cuenta, además, que por norma no suele ser divertido para casi nadie levantarse pronto.
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17 de enero de 2014
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