La comunión entre los psicodélicos y la ciencia médica se encuentra en un franco proceso de reconciliación, a partir de lo cual pudiesen emerger múltiples beneficios para la sociedad contemporánea.
Tras décadas de satanización de los
psicodélicos, en una movida minuciosamente orquestada por gobiernos con
ayuda de medios de comunicación e instituciones educativas,
aparentemente se consolida una tendencia de nueva apertura ante las
bondades terapéuticas y medicinales de estas sustancias. Si bien en 1971
la Organización de las Naciones Unidas ratificó la legalidad del uso
de ciertos psicodélicos, por ejemplo el LSD, con fines de investigación
científica y médica, lo cierto es que gobiernos locales e inclusive la
propia comunidad científica se dedicaron durante las últimas tres
décadas del siglo XX a censurar la mayoría de iniciativas que buscaba
experimentar con estas sustancias.
Si nos remitimos al uso milenario de los
psicoactivos es que su naturaleza es esencialmente curativa –sobretodo
si tomamos en cuenta que en aquellos contextos la salud estaba
intrínsecamente asociada al espíritu. Ya fuese a través del cornezuelo
de centeno entre los griegos –fundamental en el rito de los Misterios
Eulesianos y antecedente molecular del LSD–, la amanita muscaria entre
las tribús del norte, particularmente siberia, o las múltiples plantas
sagradas empleadas por los asentamientos mesoamericanos, decenas de
culturas alrededor del mundo aprovecharon los principios psicodélicos
como una herramienta fundamental dentro de sus prácticas medicinales.
Sin embargo, esta esencia curativa parece que fue inundada por dos
enemigos bien definidos: la propaganda negativa promulgada por las
autoridades y el abuso de su consumo por parte de la cultura pop.
Hace un par de años celebramos en Pijama
Surf cuando un grupo de investigadores suizos, encabezados por Franz
Vollenweider, de la Unidad de Neuropsicofamacología del Hospital
Universitario de Psiquiatría en Zurich, propuso formalmente retomar el uso de diversos psicoactivos
como el LSD, la ketamina o la psilocibina, para ser aprovechados en el
combate a la depresión, desordenes compulsivos o malestares crónicos. El
12 de abril de 2012, el New York Times destacaba una nota titulada Hallucinogens Have Doctors Tuning In Again (Los
doctores se vuelven a conectar a través de los alucinógenos). A partir
de estos antecedentes comenzaron a florecer estudios respaldados por
prestigiadas instituciones. Por ejemplo, hace
un año reportamos sobre una investigación con psilocibina (la sustancia
activa de los hongos alucinógenos) realizada por el Imperial College de Londres, por cierto el primer estudio con psicodélicos que se llevaba a cabo en el Reino Unido desde hace décadas.
Posteriormente emergerían nuevos
episodios de este retorno de los psicodélicos a la medicina científica.
La Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos aprobaría el uso
de psilocibina para pacientes en fase terminal, se popularizarían
clínicas contra adicciones que recurren a la ibogaina como catalizador, y
se retomarían las investigaciones sobre el uso del LSD para combatir el
alcoholismo.
Retomando una compilación realizada por el sitio Alternet,
a continuación repasaremos brevemente cinco beneficios médicos y
científicamente comprobados de los psicodélicos, los cuales por fortuna
están ya siendo aprovechados :
1) Alcoholismo: Recientemente un grupo
de investigadores noruegos retomaron media docena de estudios realizados
entre 1966 y 1970, sobre los beneficios de terapias con LSD para
combatir la adicción al alcohol. Dichas investigaciones confirmaron que
536 pacientes lograron neutralizar su adicción con una sola dosis de
este psicodélico. El 56% de los pacientes tratados de este modo
superaron su problema con el alcohol en comparación con el 38% de las
personas que fueron tratados por otras vías.
2) Pacientes terminales: Recientemente
se ha investigado el efecto positivo que pueden tener los psicodélicos
en el alivio de la angustia provocada por la proximidad de la muerte.
Científicos de prestigiadas instituciones (el Centro Médico de la
Universidad de California, la Escuela de Medicina de la Universidad de
Nueva York, el Centro Médico de Johns Hopkins Bayview, entre otras) han
administrado diferentes sustancias a enfermos terminales para evaluar
cómo inciden estas en la manera en que una persona encara la muerte. La
psilocibina, el MDMA (ectasy) y el LSD han probadamente reducido la
depresión y ansiedad de quienes están a un paso de la muerte por motivos
de salud. La psilocibina –como todas las triptaminas- tiene una
estructura química similar a la de la serotonina –la hormona que regula
los estados de ánimo- y por esto hace aleaciones con receptores de
serotonina en las neuronas. La psilocibina podría tener usos
terapeúticos ya que el sistema de serotonina en los nervios es sobre lo
que actúan los antidepresivos existentes.
3) Depresión y ansiedad: el uso
terapéutico de la psilocibina ha probado ser especialmente eficaz en el
tratamiento de estos desórdenes (por cierto dos de los males más comunes
en la sociedad contemporanea). Esta sustancia –como todas las
triptaminas- tiene una estructura química similar a la de la serotonina
–la hormona que regula los estados de ánimo- y por esto hace aleaciones
con receptores de serotonina en las neuronas.
4) Migrañas crónicas: un síntoma
conocido también como ‘jaquecas suicidas’, aludiendo a las ganas de
morir que exponen los pacientes con tal de no seguir experimentando ese
dolor, ha sido tratado de forma experimental con psilocibina, obteniendo
resultados mas efectivos que aquellos conseguidos por sofisticados
fármacos. Luego de comprobar que pacientes que recurrían ilegalmente al
uso de psilocibina y LSD para aliviar con éxito su malestar, científicos de la Universidad de Harvard y el Hospital McLean trabajan en una píldora, Bol-148, que incluye el LSD como ingrediente, que podría combatir este intenso formato de dolores de cabeza.
5) Desórdenes post-traumáticos: la
experiencias traumáticas generan un tipo particular de estrés que puede
traducirse en innumerables efectos negativos en la salud del cuerpo y la
psique. El uso de MDMA (sustancia activa en el Ecstasy) ha probado ser
significativamente benéfico para personas que han sufrido episodios de
está índole, por ejemplo víctimas de violaciones sexuales o abusados
físicamente de manera sistemática.
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