El pescado más consumido en el mundo es la merluza, también conocida como pijota o carioca. Los portugueses la llaman pescada, los ingleses hake, los franceses colin; una multitud de nombres comunes para designar una misma especie animal, con idénticas características en todos los lugares, sin importar el idioma en que hablen sus habitantes. Esta anarquía de nombres era un auténtico obstáculo para que los científicos pudiesen compartir con facilidad sus trabajos antes del siglo XVIII, cuando Linneo tuvo la idea genial de diseñar un nuevo sistema para nombrar a cualquier ser vivo. Este botánico sueco concibió la nomenclatura binomial para animales y plantas, por la que cada especie tiene un nombre científico único y universal, un nombre formado por dos palabras en latín: el de la merluza es Merluccius merluccius.
Antes de la clasificación de Carlos Linneo (1707-1778), por ejemplo, unos botánicos llamaban a la rosa silvestre Rosa sylvestris inodora seu canina y otros, Rosa sylvestris alba cum rubores, folio glabro. Él zanjó la discusión dejándola en Rosa canina. La primera palabra para el género, que agrupa a especies similares, y la segunda para describir la especie concreta: algo así como el nombre y apellido de una persona, pero colocados en orden inverso. Por aquel entonces, las especies se clasificaban de forma relativamente caprichosa en salvajes o domésticas, terrestres o acuáticas, nobles o vulgares. Había que basarse en algo más preciso, como sus parecidos anatómicos y fisiológicos.
El catálogo botánico
El método de Linneo salvó del caos a los naturalistas en la época en que comenzaban a explorar Oceanía y África, donde descubrían continuamente nuevas especies. El catálogo botánico de Linneo, Systema naturae (1735), fue todo un éxito que llegó a alcanzar la edición 12, con 2.300 páginas que recogían más de 13.000 especies de plantas y animales. Allí clasificó meticulosamente esa colección, como en carpetas y cajones: géneros similares en un mismo orden y órdenes similares en una clase. Con el acierto de incluir en la clase de los mamíferos a ballenas y murciélagos, hasta entonces considerados peces y aves, respectivamente.El artículo completo en: Open Mind